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Definirá el rumbo

Sin Santilli ni Bullrich: el PRO bonaerense elegirá entre tres caminos y un laberinto amarillo

La llegada del Colorado al gabinete de Milei reacomoda fichas en la Legislatura bonaerense. Entre resistencias, rumores y cálculos, el PRO debate su destino: sostener el bloque propio, crear un interbloque o saltar al libertarismo.

5 nov 2025

Luego de la confirmación de Diego Santilli como ministro del Interior, la noticia generó una ola de repercusiones que va más allá del organigrama nacional. En la Legislatura bonaerense, donde el PRO aún busca su lugar en el nuevo tablero político, la figura del Colorado vuelve a actuar como catalizador de tensiones internas. Con el respaldo explícito de Javier y Karina Milei, el exvicejefe porteño se transformó en un actor clave de la convivencia entre amarillos y libertarios.

En la Cámara de Diputados bonaerense, las conversaciones se multiplican. Nadie confirma nada, pero todos admiten que el escenario está abierto. Las seis bancas santillistas conviven con un mosaico de otros sectores: ritondistas, grindettistas, angelicistas e intendentes que mantienen autonomía. El desafío es encontrar un punto de equilibrio que preserve identidad sin quedar al margen del nuevo poder.

Sobre la mesa hay tres caminos posibles. El primero, mantener el bloque amarillo unificado, una decisión que garantizaría cierta independencia y capacidad de negociación. El segundo, avanzar hacia la figura del interbloque, una herramienta que hoy no existe en la Cámara baja provincial, como vía institucional para convivir bajo un paraguas común con La Libertad Avanza. El tercero, el más osado: un pase directo al bloque libertario, algo que nadie se anima a descartar del todo.

En el entorno de Santilli insisten en que no hay negociaciones formales con los libertarios que conduce Agustín Romo. Sin embargo, reconocen que el vínculo político entre el nuevo ministro y la Casa Rosada podría allanar caminos. Por ahora, los santillistas aseguran que su prioridad es fortalecer la representación bonaerense del PRO y evitar una fuga desordenada que diluya la identidad amarilla.

El bloque, de todos modos, se achica. Desde diciembre, el PRO pasará de 13 a 11 bancas. Ingresarán nuevos nombres, como Natalia Blanco, Leticia Bontempo, María Sotolano y Alejandro Rabinovich, mientras otros concluyen su mandato. La renovación también trae incertidumbre: hay legisladores que responden a intendentes con estrategias propias y otros que podrían explorar un espacio más personalista, como el que impulsa Manuel Passaglia con su sello Hechos.

En el Senado, la radiografía es similar. Nueve bancas amarillas componen un bloque heterogéneo, donde conviven figuras cercanas a la Casa Rosada con otras que se resisten a perder el ADN macrista. Petrecca y Montenegro, recientemente electos, representan las dos almas del PRO actual: la resistencia autónoma y la apertura libertaria. En ese equilibrio inestable se juega la proyección del partido en la provincia.

El “efecto Santilli” reordena el tablero y obliga a todos a definirse. Entre la lealtad a su color y la tentación del poder, el PRO bonaerense atraviesa un momento bisagra. Lo que surja de este laberinto amarillo marcará no sólo su rol legislativo, sino también el mapa político del próximo año, cuando Milei empiece a mirar de lleno hacia la Provincia Buenos Aires y el Colorado, otra vez, se ubique en el centro de la escena.

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