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Se encrudecen las hostilidades

Peronismo bonaerense al límite: pulseada entre Massa, Máximo K y Kicillof dejó expuesta la interna

En medio de tensiones por el presupuesto, el endeudamiento y el control del PJ bonaerense, Massa marca límites, Máximo Kirchner define su futuro partidario y Kicillof enfrenta con incredulidad una interna que vuelve a poner en jaque la gobernabilidad del oficialismo provincial.

20 nov 2025

El peronismo bonaerense transita uno de sus momentos más tensos desde el recambio de Gobierno nacional. La disputa por el liderazgo que atraviesan Sergio Massa, Máximo Kirchner y Axel Kicillof expone un reacomodamiento profundo dentro del oficialismo provincial, donde confluyen intereses electorales, discusiones por recursos y definiciones sobre el futuro del PJ bonaerense.

El punto de quiebre emergió a partir del debate por el presupuesto y el pedido de endeudamiento que la Provincia necesita para sostener obras y programas en un contexto económico ajustado. Mientras Kicillof insiste en que los fondos son imprescindibles para garantizar la gobernabilidad, desde el massismo plantean que no acompañarán un cheque en blanco sin un acuerdo político más amplio.

Máximo Kirchner, quien preside el PJ bonaerense, se ubica en un lugar intermedio, aunque con una influencia determinante: controla buena parte de los intendentes y de la estructura partidaria que define la arquitectura electoral del peronismo. Su silencio público, lejos de aquietar las aguas, alimenta versiones sobre su posible renuncia a la conducción partidaria.

Kicillof observa el escenario con desconcierto. En su entorno aseguran que el Gobernador no comprende el nivel de resistencia interna que enfrenta cuando, según argumentan, su gestión sostiene a diario los impactos del ajuste nacional. La presencia del massismo y la distancia de Máximo generan un clima de incertidumbre que se replica en la Legislatura.

Del lado massista, los gestos son calculados. Dirigentes cercanos a Massa repiten que “no habrá acompañamiento automático” y ponen la lupa sobre el manejo de la caja provincial y la necesidad de consensuar una hoja de ruta conjunta. Sostienen que el Frente Renovador no está dispuesto a ceder poder territorial sin obtener garantías políticas de mediano plazo.

En paralelo, Máximo Kirchner enfrenta sus propias tensiones internas. Algunos sectores lo cuestionan por considerar que la conducción partidaria perdió capacidad de ordenar al peronismo en tiempos de crisis, mientras otros lo respaldan como el único dirigente con volumen para evitar una fractura mayor. Su decisión sobre si continuará al frente del PJ es vista como un punto de inflexión.

Los intendentes, actores clave de la política bonaerense, siguen la disputa con preocupación. Para muchos jefes comunales, la pelea implica riesgos concretos en materia de obras, financiamiento y coordinación diaria con la Provincia. Por eso, presionan en silencio para que las tres partes alcancen un entendimiento que evite que la interna escale a un conflicto institucional. Será fundamental saber cómo quedará parado el oficialismo provincial en las últimas fechas clave como el próximo 26 de noviembre, día de sesión en el parlamento bonaerense, y el 10 de diciembre donde se realizará el recambio legislativo.

También según trascendió, se habría producido un tenso cruce entre Máximo Kirchner y Mayra Mendoza, por la relación con el Gobernador. Mientras tanto, en la Legislatura, los bloques aliados muestran señales contradictorias. Mientras algunos legisladores marcan su voluntad de acompañar al gobernador, otros se alinean con Massa y reclaman una negociación más detallada. El clima es tan volátil que ningún cálculo asegura hoy los votos necesarios para aprobar el paquete económico.

En este contexto, la gobernabilidad aparece como el bien más frágil. La Provincia necesita autorizar deuda, actualizar partidas y garantizar políticas sensibles, pero la interna amenaza con bloquear decisiones estructurales. Los analistas coinciden en que, si el oficialismo no logra un acuerdo mínimo, el impacto podría sentirse en los municipios y en la vida cotidiana de millones de bonaerenses.

El desenlace es incierto. Lo que está claro es que el peronismo bonaerense enfrenta una de sus batallas más delicadas en años, donde cada movimiento reconfigura liderazgos y expone disputas que van mucho más allá del presupuesto. El tablero se mueve y, por ahora, ningún actor parece dispuesto a ceder en una pulseada que definirá el futuro político de la Provincia.

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