Alarmas vecinales y un petardo, desbarataron una entradera y puso en fuga a cuatro violentos delincuentes

A pesar de haber sufrido un violento ataque y que les sustrajeron algunas pertenencias, una familia de San Justo se puede sentir afortunada de que el horrible momento no fue peor. El último viernes, cuando faltaban pocos minutos para la medianoche, fue atacada por cuatro delincuentes que se movilizaban en un vehículo color blanco y la sorprendieron cuando ingresaba a la vivienda del barrio San Nicolás.

Una cámara de vigilancia instalada por un particular sobre la calle Bermejo al 2700, grabó la llegada de la familia y el momento en que el hombre bajaba la utilitario Citroën Berlingo al garaje subterráneo de la casa. Segundos después y cuando la esposa cerraba el portón corredizo de la finca, comenzó el horror.

El primer ladrón, todos muy jóvenes, descendió del vehículo a la carrera e impidió que cierre la reja, luego encañonó al hijo para que ninguno se resista.

Los cómplices se sumaron al ataque y uno de ellos fue tras la mujer que corrió por la rampa hasta donde estaba el marido.

Los conmovedores gritos de los padres alertaron a los vecinos, también a otro miembro de la familia que se asomó por un ventanal y observó lo que ocurría. Segundos después se activó una alarma vecinal y la aguda sirena dio inicio a la confusión.

Dos sujetos regresaron al auto mientras que el segundo par, con las armas en las manos, amenazó al matrimonio y lo despojó de las pertenencias que tenían encima.

Cuando el atraco concluía y el aterrado chico era despojado del teléfono celular, una detonación agregó tensión a la demencial escena. Los tres sujetos que estaban en el vehículo se asustaron y, apresurados por escapar, primero estuvieron a punto de abandonar al último compinche y luego de arrollarlo.

La shokeada familia cerró rápido el ingreso al garaje y se metió en la vivienda en busca de refugio.

Hasta el momento CRONOS no pudo confirmar que la detonación haya sido un disparo, algunos vecinos sostienen que se trató de un petardo que alguien arrojó para atemorizar y echar a los cacos.