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Cronos Noticias » En Foco » 23 mar 2022 08:00

Bitácoras Bonaerenses

¿Unidad hasta que duela?

Los cruces abiertos que mantienen Alberto Fernández y Cristina Kirchner preocupan a todo el Frente de Todos. El temor al 2023 y una ruptura real.


  • ¿Unidad hasta que duela?

Los estruendos se agigantaron y sonaron en cada rincón de la comarca del Frente de Todos. Los temores de una ruptura real se sintieron en todas las tropas, en cada despacho, en cada Unidad Básica. Las discrepancias públicas que blanquearon Alberto Fernández y Cristina Kirchner generaron una ola de temores: el 2023 se transformó en un escenario incierto. Las peores pesadillas.

En la arena política se sabe que la herida comenzó a sangrar la misma noche de las PASO del 2021, ante el inesperado cachetazo electoral que sufrió el Frente de Todos. La reacción del kirchnerismo duro y las renuncias de ministros que al final no fueron efectivas, más la carta pública de Cristina, fueron la antesala de un camino que con los meses se fue bifurcando hasta llegar a la escena actual. Desde esa noche, las cosas no fueron las mismas en la coalición oficialista. Las intervenciones de los Gabinetes de Alberto y Axel Kicillof, oficiaron de un parche político-electoral, pero que en el fondo apuntaron a cambiar el esquema de poder en el Frente de Todos.  La jugada.

Los meses pasaron y una aparente tensa calma sobrevoló en el espacio gobernante. Hasta que el acuerdo con el FMI se transformó en una río furioso que lastimó el frágil puente que conectaba a Alberto Fernández con Cristina y Máximo Kirchner. La renuncia del líder de La Cámpora a la presidencia de bloque en Diputados de la Nación, el ataque al despacho de la Vicepresidenta y su posterior postura en la sesión en el Senado, más las cartas públicas y declaraciones de referentes kirchneristas, terminaron de ponerle todas las letras a esta escena de alto voltaje. Los chispazos.

Más allá de los off de record duros y desafiantes que alguna vez salieron de los principales despachos albertistas de la Casa Rosada, esta vez el Jefe de Estado se plantó y salió a desafiar públicamente a Cristina y Máximo. “Yo valoro a Máximo y a Cristina, esto no va a en detrimento de nadie, pero no existe la presidencia colegiada. Yo escucho a todos, pero la decisión la tengo que tomar yo”, declaró Alberto, en una de sus posiciones más duras frente a la Vice y el Diputado Nacional. La reacción rebelde.

Este combo explosivo despertó las alarmas en todos los rincones del Frente de Todos. Se sabe, “sin unidad, no hay 2023”. Es así, el trasfondo también tiene los condimentos de las candidaturas. Alberto dijo que quiere buscar la reelección y hasta se aventuró a pronosticar una PASO para dirimir las candidaturas. Idea que no gustó para nada al ala kirchnerisita, que ya ve y dice -por lo bajo- que “Alberto fue un experimento que fracasó”. Con ese tono, las cartas comienzan a jugar sus opciones: los ministros albertistas sueñan con plasmar de una vez por todas la “autonomía” en encolumnar a gobernadores e intendentes detrás de la figura del Presidente. Desde el otro pilar del espacio, el massismo pone su fe en que esta vez sea la oportunidad para Sergio Massa, que transformado en una “solución salomónica” sea el bendecido para comandar la elección presidencial del 2023. La perinola del oficialismo.

Las secuelas en el territorio bonaerense

Inevitablemente la suerte de la Provincia de Buenos Aires está atada a la de la Nación. Cristina, Máximo Kirchner y el kirchnerismo saben que ese territorio, en especial el Conurbano, es el baluarte que no hay que perder y que en el peor de los escenarios sirva para volver a estar del lado de la “resistencia”. Aunque no son públicos, en la gran aldea bonaerense la guerra de desata de forma subterránea. La intervención del Gabinete de Kicillof que produjo el desembarco de Martín Insaurralde, generó que la administración bonaerense esté dividida en su poder, donde Massa también tiene una parcela que mira atento la partida de ajedrez que disputan el Gobernador y su Jefe de Gabinete. Las internas bonaerenses.

Por ahora, los chispazos que desataron el acuerdo con el FMI no lastimaron al Frente de Todos en la Provincia, más allá de la postura pública de apoyo que mostró Kicillof, aunque en reserva dejó trascender que “se podía haber negociado con otras premisas”. Obviamente cualquier ruptura entre Alberto y Cristina tendría su correlato en el la gran aldea bonaerense, pero este inmenso territorio también juega su propio juego que tiene como destino la candidatura para la Gobernación 2023. La carrera comenzó.

Desde que pisó el edificio de la Casa de Gobierno en La Plata, Insaurralde comenzó a aceitar más su plan para sentarse en el Sillón de Dardo Rocha el año que viene. No es ningún secreto, entre su agenda netamente política, ya no duda en mostrar la tropa de intendentes, funcionarios y referentes que caminan con él. Obviamente, este plan choca con las intenciones de Kicillof, que de la mano de su “Plan 6x6” apuesta a tener un segundo mandato como Gobernador. Las malas lenguas dicen que “la comunicación entre Axel y Martín es igual a la actual que tienen Alberto y Cristina”. Sin embargo, a ambos los une la gestión ejecutiva. La convivencia.

El juego del massismo es un poco distinto que al nacional. En las tierras bonaerenses no hay equilibrio entre ambos sectores, Massa está más cercano a Kicillof, consciente de la movida y las ambiciones de Insaurralde. De hecho, hubo chispazos entre los dos por la disputa del Ministerio de Transporte, que finalmente quedó el manos del massista Jorge D’Onofrio. El juego bonaerense se complejiza, porque Máximo Kirchner también juega fuerte. Enfrentado con Kicillof, mantiene la alianza con Insaurralde y no corta el diálogo con Massa. Toda esta disputa de poder, siempre a la suerte de lo que pase a nivel nacional, se huele en la Legislatura bonaerense, donde las tropas miran inertes los movimientos, pero están listas para cualquier contingencia. Camporistas, massistas, insaurraldistas, peronistas del Interior y hasta Lucía Iañez, la única diputada referenciada en Axel Kicillof, por ahora coinciden en una afirmación: “Unidad hasta que duela”.

Por Juan Alfaro (ALFA)

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