30 dic 2025
La privatización del espacio público en las playas de Mar del Plata volvió a quedar en el centro de la polémica a pocos días del inicio formal de la temporada de verano. Turistas y vecinos que se acercan al mar se encuentran cada vez con menos arena disponible, mientras los balnearios avanzan hasta casi la orilla con vallas, sogas y carpas que delimitan zonas privadas.
El fenómeno se hizo viral en las últimas horas a partir de un video grabado por un vecino en la Playa del Faro Norte, cerca del Faro Punta Mogotes. Las imágenes, difundidas en redes sociales, muestran una extensa franja de arena ocupada por un balneario, con carpas vacías y sin movimiento, pero igualmente vedadas al uso público.
En el registro, el vecino expresa su indignación al llegar a la playa y encontrarse con una soga que impide el libre acceso. “Vengo a disfrutar este paraíso y me encuentro con una soga”, relata, mientras señala que el mar había llegado hasta ese punto pocas horas antes, durante la pleamar, dejando en evidencia que cuando sube la marea el espacio para quienes no pagan carpa se reduce al mínimo o directamente desaparece.
Según se observa en el video, los establecimientos instalaron vallas para quedarse con casi toda la superficie disponible, dejando apenas unos metros frente al mar para que la gente pueda caminar, sentarse o colocar una sombrilla. En plena temporada alta, advierten los vecinos, la incomodidad y el abarrotamiento se vuelven inevitables.
Del otro lado de las “soguitas”, el contraste es marcado: grandes extensiones de arena reservadas para uso privado permanecen vacías, con filas de carpas sin ocupar y bares alejados del borde del mar. Los altos precios y la crisis económica hacen que muchos balnearios no logren completar su capacidad, pero aun así mantienen cercado el espacio.
La bronca quedó sintetizada en una frase que se repite en redes sociales: “monumento a la avaricia”. Para muchos marplatenses, la situación expone una contradicción difícil de justificar: playas públicas cada vez más chicas frente a balnearios que ocupan grandes superficies sin uso efectivo.
El malestar también se refleja en los comentarios de usuarios que proponen desde protestas simbólicas, como “sombrilladas”, hasta acciones directas para quitar los vallados. La discusión no es nueva y se repite cada verano, tanto en el sur como en el norte de la ciudad, especialmente durante las pleamares.
En un contexto de erosión costera y reducción progresiva de la arena disponible, la polémica vuelve a apuntar a la política del municipio que conduce Guillermo Montenegro. Para muchos vecinos y turistas, la pregunta ya no es si existe un problema, sino por qué el acceso a un bien público como la playa sigue condicionado por sogas, carpas vacías y una privatización que avanza año tras año.
LAS MÁS LEÍDAS