El kirchnerismo presiona a Verónica Magario para convocar una sesión y definir autoridades en el Senado

El kirchnerismo volvió a tensar la interna del peronismo bonaerense al exigirle a Verónica Magario que convoque a una sesión del Senado la semana próxima. El pedido apunta a definir autoridades, destrabar cargos clave y avanzar con proyectos pendientes, en un momento sensible para el oficialismo provincial tras la reciente sanción del endeudamiento impulsado por Axel Kicillof.

La presión se formalizó a través de una carta firmada por 11 senadores alineados con Cristina Kirchner, quienes reclamaron una sesión para el martes a las 17. La movida reactivó una disputa que había quedado en pausa desde el 9 de diciembre, cuando la Cámara alta tomó juramento a los legisladores electos pero postergó la definición de su conducción.

En aquel encuentro preparatorio, a diferencia de lo ocurrido en Diputados, no se resolvieron las vicepresidencias ni la jefatura de los bloques. Esa demora abrió un frente de conflicto interno que ahora reaparece con fuerza, empujado por un sector del oficialismo que busca cerrar el organigrama de poder del Senado bonaerense.

Además del reparto de cargos, los senadores kirchneristas pidieron incluir en la sesión dos proyectos estratégicos para Kicillof: la creación de una empresa estatal de emergencias sanitarias y un laboratorio provincial de medicamentos. Ambas iniciativas ya tienen media sanción y dictamen, pero siguen sin llegar al recinto.

El reclamo no es casual: si no se tratan durante el período extraordinario, las propuestas perderán estado parlamentario. En ese marco, los proyectos se transformaron en una ficha de negociación dentro del peronismo, donde cada sector mide fuerzas y condiciona apoyos en medio de una interna cada vez más expuesta.

La disputa central pasa por la conducción del bloque de Unión por la Patria y las vicepresidencias del Senado, espacios que concentran presupuesto y poder político. Mientras el kirchnerismo impulsa a Fernanda Raverta y a Sergio Berni, el kicillofismo y el massismo también mueven sus piezas, en un tablero que amenaza con seguir crujendo.