En otro día de tensión y negociaciones, se acerca la aprobación del endeudamiento que pide Kicillof

En la Legislatura bonaerense, Axel Kicillof encara una jornada decisiva: busca que hoy se destrabe, por fin, la ley que habilita el endeudamiento provincial para 2026. La sesión está demorada, la política está a mil y el oficialismo apuesta a tejer acuerdos contrarreloj para alcanzar los votos que le permitan cerrar el tema de una vez.

El proyecto autoriza al Ejecutivo a tomar deuda externa por 3.685 millones de dólares y, aunque el Presupuesto y la Ley Fiscal ya pasaron sin mayores contratiempos, este punto siempre fue más áspero. En estas horas, la tropa del Frente Renovador y el PJ dialogan con cada bloque para juntar el número que destrabe la pulseada.

El escollo central es que el endeudamiento exige dos tercios de los votos, un umbral que dejó al gobernador a las puertas pero nunca dentro. Con ese desafío, el oficialismo avanzó en acuerdos con sectores opositores que podrían permitir que la ley salga en la sesión de mañana, si es que la ingeniería parlamentaria no se cae a último momento.

Las cuentas que circulan en los pasillos son claras: con el respaldo de los 37 peronistas, más radicales, lilitos, referentes de Nuevos Aires y libertarios dialoguistas, se llegaría a 64 votos, dos más de los necesarios. A cambio, sobre la mesa aparecen cargos en organismos provinciales y lugares en el directorio del BAPRO, lo que permitiría prescindir del PRO.

Justamente, las miradas se posan sobre el PRO, partido dividido entre el sector de Santilli, más duro, y el de Ritondo, algo más flexible. La tensión creció cuando la conducción libertaria provincial advirtió que sería un “baldazo de agua fría” que los amarillos acompañaran una iniciativa que tildan de “locura”, presionando para que no se desmarquen.

Si algún bloque clave se baja del acuerdo, el gobierno igual tiene un plan B: lograr que parte de la oposición no dé quórum. Con menos presentes, baja el umbral para los dos tercios y se podría aprobar sin tantos sobresaltos. Por ahora, en calle 6 apuestan a que el plan A prospere, aunque nadie se anima a darlo por cerrado.