16 jun 2025
Por primera vez en más de un siglo, la fábrica central de cerveza Quilmes detuvo su producción. La decisión fue tomada tras una caída abrupta en las ventas, lo que motivó a la diputada bonaerense Belén Malaisi a presentar un proyecto de advertencia en la Legislatura.
La empresa, ícono industrial y cultural de Argentina, registró una baja de más del 40% en sus ventas totales. Esta situación llevó a que se adelantaran vacaciones y se aplicaran recortes salariales a su personal, afectando a miles de trabajadores y sus familias.
Según Malaisi, el impacto trasciende lo económico y se vuelve social: más de 6.000 empleados directos y unos 130.000 indirectos se ven afectados por la paralización. La crisis, dice, es reflejo de un contexto que golpea con fuerza a la industria nacional.
Desde la fábrica no hubo un anuncio oficial, pero trabajadores denunciaron presiones para tomarse vacaciones incluso de años próximos. Algunos relataron que la producción quedó en pausa con sueldos reducidos al 75%, sin precisiones sobre el futuro.
La federación sindical cervecera (Fatca) negó conocer formalmente la parálisis, aunque empleados afirman que la medida ya está en marcha. La falta de información clara agudiza el desconcierto entre los trabajadores, que temen más recortes.
Malaisi pidió visibilizar lo ocurrido como síntoma de una política económica que desalienta la producción local. Mientras tanto, la cervecera que supo resistir crisis de toda índole enfrenta un escenario inédito que pone en jaque su histórica continuidad.
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