Kicillof busca dar un salto nacional pero frena su impulso con La Cámpora en territorio bonaerense

Finalizado un año electoral en el plano legislativo, Axel Kicillof vuelve a despegar su figura del laberinto bonaerense para proyectarse a nivel nacional, pero las internas del peronismo provincial vuelven a atarlo al barro. Mientras explora un armado federal con gobernadores y sindicatos, la tensión permanente con La Cámpora condiciona su agenda y le impide correrse del ruido doméstico.

En La Plata reconocen que el Gobernador empezó a pensar seriamente en 2027. Los viajes a las provincias, las fotos con mandatarios peronistas y la decisión de caminar conflictos productivos y sociales fuera del AMBA forman parte de una estrategia que busca ampliar su base política más allá del conurbano.

La visita a Formosa junto a Gildo Insfrán fue una señal clara de ese rumbo. No se trató solo de gestión, sino de un gesto político hacia un peronismo territorial que Kicillof considera clave para construir volumen nacional en un contexto de ajuste y conflicto social impulsado por el gobierno de Javier Milei.

En esa misma línea se inscribe su participación en la marcha de la CGT a Plaza de Mayo contra la reforma laboral. El Gobernador busca mostrarse alineado con el sindicalismo y con los sectores que resisten el programa libertario, reforzando un perfil opositor con anclaje federal.

Sin embargo, cada movimiento nacional encuentra su contracara en la Provincia. La negociación del presupuesto y el endeudamiento dejó heridas abiertas con La Cámpora, que cuestionó la distribución de obras y recursos, especialmente en municipios clave como Quilmes.

La pelea por la vicepresidencia primera del Senado bonaerense reavivó la interna. Mientras La Cámpora y el Frente Renovador empujan a Mario Ishii, el kicillofismo promueve a una figura propia, Ayelén Durán, como garantía de control político en la línea sucesoria.

Ese conflicto expone una relación desgastada. En el entorno de Kicillof aseguran que la agrupación de Máximo Kirchner perdió poder, pero sigue siendo un factor de presión constante que apuesta al desgaste del Gobernador dentro del oficialismo.

A la disputa institucional se suma la pelea por la conducción del PJ bonaerense. La posibilidad de una elección partidaria en marzo abre un período de negociaciones ásperas, en el que Kicillof busca evitar quedar atrapado en una interna que no le suma en su proyección nacional.

Cerca del Gobernador admiten que el partido será una pieza clave para la etapa que viene. La idea es que quien conduzca el PJ provincial respalde sin fisuras una eventual candidatura presidencial, una condición que hoy aparece lejos de estar garantizada.

Mientras tanto, Kicillof se siente más cómodo recorriendo provincias y dialogando con pares que lidiando con intendentes y disputas locales. El desafío será sostener ese armado federal sin quedar absorbido por una interna bonaerense que amenaza con frenar su despegue nacional.