Si hubieran diez universos paralelos, quizá en nueve, el resultado -en sus variantes- hubiera sido el mismo: Javier Milei hubiera presionado para que Río Negro sea elegido para albergar a la Planta de GNL en perjuicio de la Provincia de Buenos Aires. Una inversión proyectada de YPF-Petronas de nada más y nada menos que de 50.000 millones de dólares. El castigo a Kicillof.
Es válido recordar que las primeras charlas y diagramas para la Planta de GNL no es un tema de este año, sino que viene de largos análisis y charlas desde hace años, donde incluso se habían reservado terrenos en Bahía Blanca para la instalación de la planta. Si bien Kicillof afirmó que la decisión de no instalar la Planta de GNL en territorio bonaerense “no tiene nada que ver” con la adhesión de la Provincia al RIGI que promueve Javier Milie, ese factor jugó clave sobre el terreno político. “Es mentira que es por el RIGI, es un capricho ideológico”, bramó el Gobernador en conferencia de prensa desde La Plata, horas después de conocer la noticia. Ninguna novedad, los diez universos paralelos son conscientes de que la guerra de Milei contra Kicillof es ideológica, pero que no deja de ser parte de la política. La mirada sobre el tablero real.
La praxis política está llena de barro, de escombros y de trampas, sea en un gobierno libertario, del Pro o peronista. Desde la aprobación de la Ley de Bases en el Congreso y la aparición del RIGI como un factor de presión hacia el gobierno de Kicillof, desde la Gobernación en La Plata no supieron diseñar una estrategia y táctica que contenga la embestida y hasta otorgue, con un final casi cantado, una mejor posición para salir a gritar a los cuatro vientos que “Milei castiga a la provincia por un capricho ideológico”. La real politik.
El sendero de Kicillof estuvo cargado de amagues que finalmente no condujeron a una acción concreta. No se supo aprovechar a tiempo la comunión que generó la posible instalación de la Planta en Bahía Blanca. Todo el arco opositor (libertarios dialoguistas, radicales, macristas y demás), apoyaron y empujaron para que la ciudad bonaerense sea la elegida. En principio la administración bonaerense se negó rotundamente a adherir al RIGI de Milei. Semanas después, Kicillof anunció el envío de un proyecto a la Legislatura para crear el RIGI bonaerense. Esa idea fue diagramada entre Kicillof y Cristina e incluso comentada la administración de YPF. Dato no menor, el texto nunca ingresó al Parlamento, pese a que la mayoría de la oposición manifestó que aprobaría la norma. La comunión bonaerense.
A contrarreloj (agosto era el mes donde se iba a conocer la decisión final), el intendente de Bahía Blanca, Federico Susbielles metió presión sobre el tablero y anunció el envio de un proyecto al Concejo de Bahía Blanca para que el Municipio adhiera el RIGI de Milei y así despejar las excusas del gobierno libertario para llevar la inversión a Río Negro. Bajo ese marco, Kicillof nuevamente amagó y tanteó en la Legislatura bonaerense para que sea el Parlamento quién genere un proyecto de adhesión al RIGI nacional y de paso el RIGI bonaerense sirva como complemento. Pero en el Palacio legislativo, ubicado del otro lado de la Plaza Martín en La Plata, estaba en receso invernal y no hubo ningún movimiento real para ninguna de las dos opciones. Desde la llamado oposición “constructiva” alertaron al gobierno bonaerense que “estaba perdiendo el tiempo” y exigieron más de una vez el envío de los proyectos. Nunca sucedió. Los amagues.
Finalmente y quizá más que anunciado, se conoció ayer que Milei presionó a YPF para que Río Negro sea elegido para la instalación de la Planta de GNL en desmedro de la Provincia de Buenos Aires. Es casi seguro que una hipotética adhesión al RIGI nacional realizada por la Legislara bonaerense no hubiera cambiado el resultado final, pero le otorgaba a Kicillof una herramienta fuerte para justificar las denuncias de la decisión ideológica en contra de la Provincia de Buenos Aires. Se midió mal la jugada, se perdió tiempo en un escenario adverso y con un contrincante que se sabía iba a jugar a fondo y con su carga ideológica encima. Como en el Truco, se guardó un ancho de basto para la tercera mano, cuando no se tenía cartas para ganar ni en primero, ni en segunda.
Por Juan Alfaro (ALFA) | Director de Cronos Noticias