“Nadie lo vio venir”, confesaba a CRONOS, atónito, un histórico asesor legislativo en la Cámara de Diputados de la Provincia. El batacazo del libertario Javier Milei aún no comenzó digerirse en el tablero político.
El cañonazo puede ser aún más estruendoso dentro de 60 días. El candidato presidencial de La Libertad Avanza está en las puertas del ballotage, con serias chances de ocupar el Sillón de Rivadavia a partir del 10 de diciembre.
El esquema de bicoalicionismo se hizo trizas. La grieta que durante diez años dio pertenencia a uno y otro espacio político –pero no resolvió los problemas estructurales, sino que los agravó- quedó obsoleta y ya no garpa.
Se dio un escenario de tercios que anticipó en abril Cristina Fernández de Kirchner durante un acto en el Teatro Argentino de La Plata, subiendo Milei arriba del ring.
El dilema es que, en términos boxísticos, el postulante libertario le dio una certera piña al mentón de Unión por la Patria y Juntos por el Cambio y tiene altas chances de ganar por nocaut.
Enorme desafío enfrentará Sergio Massa para intentar meterse en la segunda vuelta. Con el ancla de la economía y el ‘massazo’ de la devaluación post PASO –indefectiblemente impactará en los precios- asumirá una tarea titánica.
Quedó demostrado que hablar del FMI y prometer bajar la inflación, cuando hace un año que está al frente del Palacio de Hacienda, no funcionó.
Tampoco la tendrá fácil Patricia Bullrich. Primero, deberá retener los sufragios del derrotado Horacio Rodríguez Larreta y, luego, ir en busca de un sector del electorado que se volcó a favor de Milei. El efecto del carro ganador no le jugaría a favor de la candidata de Juntos por el Cambio.
Quizás un mayor nivel de participación y apuntar al más de 1,1 millón de votos en blanco sean el aliciente tanto para Massa y Bullrich, quienes corren de atrás a un Milei que se regodea contra la casta.
Por Nicolás S. Alonso