“Le he pedido a Alberto Fernández que encabece la fórmula a presidente que integraremos juntos, él como candidato a presidente y yo como candidata a vice”, anunciaba Cristina Fernández de Kirchner el 18 de mayo de 2019.
La decisión pateaba el tablero de la agenda política y posicionaba al exjefe de Gabinete en las puertas de la Casa Rosada.
Cinco meses más tarde, el 27 de octubre Alberto vencía a Mauricio Macri y se imponía en primera vuelta. “Lo único que nos preocupa es que los argentinos dejen de sufrir de una vez por todas. Vamos a construir el país que nos merecemos. A disfrutar, el gobierno volvió a manos de la gente”, aventuraba en su primer discurso como presidente electo.
Pero el curso de los hechos no fue el esperado. Cuatro años después, Alberto Fernández debió anunciar por Twitter que desistirá de la aventura reeleccionista. Una decisión previsible, que no sorprendió a nadie. Por el contrario, ratificó lo que el grueso de la dirigencia política –oficialistas y opositoras- y el poder económico aguardaba.

Rápidamente, la Casa Rosada aclaró que la decisión se fundaba en el propósito de estar detrás del armado electoral, de dirimir las candidaturas del Frente de Todos mediante una PASO y enfocarse en la gestión hasta culminar el mandato.
Sin embargo, el rol que mantiene Alberto Fernández de un tiempo a esta parte es el de un jefe de Estado testimonial. En su entorno seguirán escribiendo el Diario de Yrigoyen y citando los factores extraordinarios con los que debió lidiar: pandemia, guerra, sequía histórica.
Sin desconocer estas variables, las excusas resultan insuficientes. El Gobierno del Frente de Todos –no sólo de Fernández- será recordado por su despiadada interna a cielo abierto, alejados de los problemas que aquejan a los ciudadanos de a pie. Sin olvidar una foto de cumpleaños que vapuleó su credibilidad.

Inflación destructiva, bolsillos deteriorados, trabajadores en blanco por debajo de la línea de pobreza ilustran la gestión de Alberto Fernández, quien se apegará a sus escuetos logros: la mayoría vinculados a políticas de género y algo de obra pública.
Con la expectativa de un reordenamiento en el peronismo tras bajarse de la reelección, será recordado por el incumplimiento del contrato electoral. No quiso, no pudo, no supo. En algún momento lo dirá. El gobierno del Frente de Todos fue una decepción.
Por Nicolás S. Alonso