Faltaban veinte minutos para las 7, aún no había amanecido y el viento cortaba la cara. A pesar de ello dos hombres madrugaron para ir a trabajar y un adolescente, acompañado por su madre, iba a estudiar. Son vecinos de Villa Constructora y todos los días coinciden en el cruce las calles Montañeses y Pampa, donde esperan un colectivo.
La cotidiana escena sufrió un brutal cambio este miércoles, cuando llegaba y saludaba el último pasajero.
Los motores de las motocicletas pusieron en tensión a madre e hijo que conversaban parados en la esquina, instintivamente retrocedieron unos pasos para alejarse de lo inevitable.
Un disparo al cielo oscuro y los delincuentes saltaron de las motos para abalanzarse sobre las víctimas que automáticamente levantaron los brazos.
En menos de veinte segundos, a través de insultos y amenazas, los asaltantes se apoderaron de celulares y billeteras. Con la faena consumada saltaron a las motos y huyeron con sus cómplices.
Las víctimas se miraron y se fueron juntos, frustrados y aterrados, pero agradecidos de que no los hubieran lastimado.