Con los nervios políticos a flor de piel

“Despacito y por las piedras”, Axel Kicillof sigue practicando un delicado equilibrio para mantener la gobernabilidad bonaerense y también alimentar su proyecto político de ser reelecto en medio de la crisis política del oficialismo gobernante por el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y sus consecuencias sobre la economía argentina.

Una delgada línea que podría definirse más o menos así: “Fidelidad política absoluta a Cristina Kirchner pero buena sintonía institucional con Alberto”, a quien necesita como sostén financiero.

Durante la primera semana otoñal, el gobernador intensificó el trabajo territorial para analizar el impacto de la inflación y demás problemáticas municipales, junto a su equipo ministerial.  Ahora mantiene encuentros periódicos con legisladores e intendentes para coordinar medidas de contención social.

“Si no somos capaces de superar las divisiones políticas entre el Presidente y la vice, nosotros los alcaldes peronistas del conurbano que somos todos los días la primera línea de fuego para atender las necesidades de los vecinos, vamos a ver al próximo Gobierno sentados desde una mesa cumpliendo con el hábito de tomar un café”, advirtió un jefe peronista comunal con tono de preocupación durante la juntada de alcaldes oficialistas del Gran Buenos Aires.

En paralelo y como consecuencia de la inflación, la gobernación y referentes opositores de Juntos por el Cambio parecen haber iniciado una nueva batalla mediática que tiene como espectadores centrales a las escuelas y sus alumnos. Como ocurrió tiempo atrás cuando habían comenzado a ceder los contagios por Covid y el debate era por las clases presenciales, ahora la pulseada está centrada en el uso o no de barbijos en las aulas. 

Por supuesto, el tapabocas opcional decretado por potestad política municipal provoca sensaciones encontradas en la agenda social: por un lado aquellos que tienen apuro por dejar el rostro libre y por otro los que prefieren seguir con su uso por razones preventivas ante una pandemia que no terminó.

La politización de la situación sanitaria, ya sea por una cuestión de diferenciación electoral o por la ansiedad de decretar el final de la pandemia  puede exponer a la población a un riesgo innecesario, según advierten autoridades médicas.

Semana de reuniones intensas y “rosca política”. Tanto la Cámara de Diputados como la de Senadores bonaerenses, tuvieron sus sesiones especiales, donde la mayoría de los discursos giraron sobre el pedido de Memoria, Verdad y Justicia.

Aunque también se avanzó con el rechazo al pedido de desafuero del senador del PRO, Juan Pablo Allan, por parte del juez federal Ernesto Kreplak, en el marco de la causa que investiga la existencia de una presunta mesa judicial dedicada a perseguir a sindicalistas durante el gobierno de María Eugenia Vidal.

Si bien se rechazó el pedido hecho por el magistrado, el Senado entendió que la Justicia está habilitada para pedir la indagatoria del legislador -uno de los “halcones” de Patricia Bullrich en la Legislatura- de acuerdo con las normas constitucionales y legales vigentes, dijeron.

Por otro lado, en el campamento de Juntos hubo varios encuentros que comenzaron a esbozar un horizonte posible de futuros posicionamientos.

En el campamento amarillo, la novedad semanal fue la reaparición pública del expresidente Mauricio Macri, que salió a marcar la cancha, incluso con una chicana, al decir en una entrevista de TV que él no es ni paloma ni halcón. “Soy un gato”, dijo, dejando en claro que está por encima de la propia interna entre moderados y duros.

En ese contexto, los polos sobre los que se asienta la tensión del PRO son Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta. El resto de los dirigentes son satélites que orbitan más cerca o más lejos de cada uno de ellos.

Y la incógnita es el rol que los libertarios tendrán dentro de Juntos, si es que lo tienen. El crecimiento de esta fuerza de centro derecha preocupa a algunos dirigentes de Juntos. Incluso el propio Macri lo señaló días atrás como un fenómeno a tener en cuenta, en una reunión que mantuvo con senadores bonaerenses del PRO.

Por el lado del radicalismo bonaerense, la novedad fue la presentación de la Fundación Poder, el “think tank” boina blanca que buscará aportar las ideas y ejes de gobierno para la pelea interna primero, y luego con el Frente de Todos en la disputa por la gobernación en 2023.

La decisión del partido radical de dar la pelea grande en la Nación y en la Provincia quedó explicitada en las palabras del presidente de la UCR bonaerense, Maximiliano Abad, quien señaló que la UCR se “está preparando” para el próximo turno electoral y que “no es un partido que improvisa”.

A estas alturas de los acontecimientos, ya todos descuentan que en 2023 habrá una gran interna entre los principales partidos integrantes de la coalición opositora. El propio Macri se los dijo a sus legisladores “amarillos”.

Abriendo un paréntesis a la rutina política, los radicales no temen a una PASO dentro de Juntos, donde ya hay varios anotados para intentar suceder a Kicillof en la gobernación de calle 6, como el propio Abad y Gustavo Posse (San Isidro); más los amarillos “PRO” como los diputados nacionales Diego Santilli y Cristian Ritondo y los intendentes Jorge Macri (Vicente López, con pedido de licencia), Néstor Grindetti (Lanús), Julio Garro (La Plata) y Diego Valenzuela (Tres de Febrero), entre otros.

Por Ricardo Salas

Fuente: lanueva.com