viernes 29 de marzo de 2024 - Edición Nº2738
Cronos Noticias » Tendencias » 20 dic 2021 08:00

Para una buena lectura

La Ciudad de los Geómetras: la historia documentada e inédita de La Plata

El libro escrito por Gabriel Darrigran abarca un extensa y profunda investigación para contar cómo y porqué se gestó la fundación de la capital de la Provincia de Buenos Aires.


  • La Ciudad de los Geómetras: la historia documentada e inédita de La Plata

En el libro La Ciudad de los Geómetras, que ya lleva más de 2.000 ejemplares vendidos, queda probado que dos personas fueron las que intervinieron casi exclusivamente en el diseño del trazado de la ciudad de La Plata: el gobernador Dardo Rocha y el ingeniero Pedro Benoit.

La importancia de las calles, avenidas y bulevares con que la habían proyectado, provenía del requerimiento del propio Rocha, ya que dos hechos históricos habían marcado al gobernador. En primer lugar, las epidemias de principios de la década del setenta que habían diezmado a la ciudad de Buenos Aires, amplificándose por la insalubridad de las estrechas calles porteñas. En segundo lugar, el conflicto armado de 1880, donde se habían obstruido las calles de Buenos Aires aislando a barrios enteros, por la construcción de barricadas. Otro de los requisitos al departamento de ingenieros que dirigía Benoit había sido el valor artístico de la traza, que se comprobaría en las formas geométricas de los espacios verdes y sus calles.

Pero un detalle en las biografías de sus dos principales artífices provocará que durante décadas se formulen especulaciones acerca de las verdaderas motivaciones que llevaron a fundarla. Ambos eran hijos de masones y ambos habían ingresado a la masonería de jóvenes, y en el caso particular de Pedro Benoit, en 1885 había sido uno de los fundadores de la ya extinta logia La Plata Nº 80, la cual existió hasta 1905.

La falta de bibliografía seria sobre la historia de las logias de La Plata ha generado mitos sobre la masonería con túneles secretos, la geometría sagrada y códigos ocultos en el propio trazado de la ciudad, llevando al terreno de la fantasía la verdadera historia de la masonería platense. Hoy, esa bibliografía es utilizada y reutilizada hasta el hartazgo en documentales, conferencias y nueva bibliografía que reproducen esos errores.

Suele suceder que cuando se menciona públicamente la influencia de la masonería en la capital bonaerense, el imaginario colectivo la asocia con las ideas del movimiento cultural New Age, como lo son el orientalismo, la magia y el ocultismo.

Esta situación cambiará gracias a los esfuerzos del investigador platense Gabriel Darrigran, quien se ha preocupado por realizar un exhaustivo trabajo de investigación a lo largo de distintos países, reuniendo toda la documentación existente sobre las logias de La Plata, las cuales también eran patrocinadas por la masonería italiana y española.

Con el objeto de corregir los errores que hasta hoy se sostienen, se puede afirmar que Darrigran fue el primer investigador en haber tenido acceso a los archivos que conservan los principales fondos documentales de la masonería argentina.

En el marco de ese notable trabajo, se ha publicado el primer volumen de La Ciudad de los Geómetras: documentos para una historia inédita de La Plata. El nombre elegido para la obra es un obvio eufemismo a “la ciudad de los masones”, y se caracteriza por publicar documentos de la masonería que nunca vieron la luz.

La obra completa está dividida en cinco tomos, los cuales dividen la historia de la masonería platense en cinco épocas, que van desde el período previo a la fundación de la ciudad hasta el fin del siglo XX. La historia de la ciudad se entrelaza con la biografía de sus pobladores más activos, debido a que muchos de ellos la utilizaron para desarrollar los mismos emprendimientos que habían llevado adelante a lo largo de sus vidas.

De momento la obra fue declarada de interés cultural por el Consejo Deliberante de La Plata, y va a ser declarada de interés legislativo por la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires. Todo esto en los primeros doce meses de ser publicada, así que ha tenido una muy buena recepción.

Nunca se había presentado a estas sociedades esotéricas cómo actores político-sociales, o por lo menos con intenciones de serlo, y eso ha llamado la atención. El trabajo del autor es exhaustivo y con rigor científico, en el contexto de precariedad existente en el campo de la historiografía, ya que como hemos señalado al no existir bibliografía seria, el tema ha sido tratado por investigadores bien intencionados, pero que carecían de documentación que respaldara sus afirmaciones. De allí que Darrigran se propone narrar la implantación de la masonería con documentación.

Esta es la primera vez que se cruza la información del archivo privado de la masonería argentina con los archivos públicos y la prensa de la época, lográndose redactar una crónica detallada de la fundación de todas las logias de la región y revelándose las motivaciones de estos librepensadores para fundarlas. Cabe destacar el cruce entre el fondo documental Dardo Rocha del Archivo General de la Nación con los documentos oficiales de la masonería, que revela por primera vez la cercanía del fundador de La Plata con la dirigencia de la masonería.

El libro comienza con el capítulo “Para todos los hombres del mundo”, en clara alusión al preámbulo de la Constitución Argentina, en el que se proclama la voluntad política de poblar al país con extranjeros. En esta primera parte se muestra cómo esa voluntad de abrirles las puertas a los inmigrantes y a sus costumbres, en especial europeos, facilitó la llegada de la masonería institucionalizada y jerarquizada al territorio argentino.

No sorprende que Europa haya sido la cuna de la masonería moderna en el siglo XVIII. Desde fines del siglo anterior, Londres se había convertido en el epicentro europeo de una verdadera explosión asociativa que mezclaba individuos con diversos horizontes, aristócratas y burgueses dotados de cierto capital cultural.

Más adelante, en el capítulo “La variable Sarmiento-Alem” se demuestra cómo el mes de abril de 1882 es una fecha bisagra en la historia de la masonería. En este mes se inaugura en Buenos Aires el congreso pedagógico internacional, generándose una gran tensión en la sociedad por los debates sobre si se debe tener una educación pública laica o una católica; retorna a la masonería nacional el expresidente de la nación Domingo F. Sarmiento, con el único fin de ser elegido Gran Maestre ese mismo mes, y se comienza a diseñar el trazado artístico de la ciudad de La Plata por parte de Rocha y Benoit.

Cuales fueran que hayan sido los hechos que motivaron a los artífices del trazado, en él colocaron una escuadra, un compás y un nivel dibujados a través de sus calles y avenidas. Esto convertiría a la ciudad de La Plata en la primera y única ciudad en contener el emblema de la francmasonería en su plano, abarcando la totalidad de la urbe.

Como corolario, la obra de Darrigran nos deja un cambio de paradigma, al revelar que los masones de la ciudad nada tenían de místicos y estaban lejos de estudiar las propiedades matemáticas de la geometría sagrada. Cuando se hayan publicado los cinco volúmenes que abarca esta obra va a quedar claro que la masonería en La Plata fue muy importante durante sus primeros años, pero a diferencia de lo que se creía no eran ocultistas que estudiaban las propiedades de la geometría sagrada. Esto corresponde más al perfil de los masones platenses de la década del setenta y del ochenta del siglo XX, por la influencia de la New Age que había por aquellos años. También quedará en claro que había otros grupos menos conocidos y más reducidos que practicaban la magia y el espiritismo, y que nada tenían que ver con la masonería.

El autor afirma que “los aportes de esta investigación no se verán inmediatamente, pero a la larga, otros investigadores la tomarán para sus trabajos y de apoco se logrará corregir los errores historiográficos sobre estos temas”.

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