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Cronos Noticias » En Foco » 19 sep 2021 09:23

El escenario bonaerense

Pase de facturas y negación del diálogo como “gestión política”

La derrota del Frente de todos en las PASO provocó un verdadero sismo político.


  • Pase de facturas y negación del diálogo como “gestión política”

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Una nueva agenda política comenzó a dibujarse entrando la noche del domingo pasado. La elección primaria, técnicamente, no definió nada, excepto los candidatos para las elecciones generales legislativas de noviembre. Pero, políticamente, fue como un tsunami para el oficialismo del Frente de Todos. Es que, en lo profundo de la coalición gobernante se estaba gestando una tormenta que finalmente estalló a mediados de esta semana.

Curiosamente, lo que no hizo el triunfante arco opositor de Juntos por el Cambio, lo hizo un sector del propio Gobierno. La movida política que se le adjudicó a la vicepresidenta Cristina Fernández, puso contra las cuerdas al presidente Alberto Fernández. La avanzada comenzó en las diagonales con la renuncia pública de todo el gabinete de ministros del gobernador Axel Kicillof, y continuó con el círculo de ministros nacionales más cercanos a la expresidenta después, como consecuencia política de la derrota sufrida el domingo pasado en las elecciones primarias. 

En rigor, los resultados de las PASO reflejaron el malhumor social con el Gobierno en un contexto de crisis económica que venía a los tumbos de la anterior gestión pero que se agravó por los efectos de la pandemia sanitaria.

Ante esa encrucijada, Kicillof cree que el bolsillo y la cuestión económica son preponderantes. En la Gobernación sienten que esta debacle electoral es más un “voto castigo” a la Casa Rosada que un llamado de atención a la gestión bonaerense. La derrota del Frente de Todos no se resuelve ahora con “poner algunos pesos en el bolsillo de la gente”, podrían decir muchos. Se podrá mejorar, pero es muy difícil revertir la tendencia electoral.   

Desde el entorno gubernamental se señala que el foco de Kicillof está en la gestión y en la elaboración de un paquete de medidas de impacto social que tiene como destinatarios a sectores a los que la crisis económica les viene pegando con dureza, y que contrasta con la postura pública del expresidente Mauricio Macri, cuando contento con los resultados parciales de Juntos planteó “Estamos comenzando a ver el fin del populismo en nuestro país", plantándose casi en contra de aquellas medidas del Estado destinadas a ganar la simpatía de la población.

Por supuesto, no se puede esconder la durísima derrota electoral del PJ unido en la Provincia, deslindando la culpa exclusivamente en la figura presidencial.

El peronismo tradicional mira de reojo a La Cámpora en ámbito bonaerense. El microclima gubernamental de “aislamiento político” y el trato indiferente a propios y extraños por parte de los ministros, quienes debieran ser los impulsores de esta herramienta fundamental para una buena gestión, en algún momento le podía jugar en contra.

En estos casi dos años de mandato, la Gobernación nunca buscó el diálogo y el consenso para llevar adelante la administración. No lo hizo con la oposición, cuando la realidad casi que lo obligaba, ya que estando en minoría en el Senado, sin el guiño de Juntos, ninguna de las leyes vitales para su gestión, podrían salir de la Legislatura. Tampoco lo hizo con otros sectores del propio partido de gobierno, como la liga de intendentes peronistas o legisladores bonaerenses.

Sobre un virtual escenario de “arenas movedizas”, uno de los pocos intendentes ganadores del peronismo del Conurbano aclaró que están dispuestos a ayudar a Kicillof pero sin dejar de poner la lupa en la “gestión política” que llevó adelante. Tal vez, la llave sea que el Ejecutivo ayude a destrabar dentro del palacio legislativo la posibilidad de levantar el límite vigente a la reelección de los alcaldes municipales.

Claro que después del sorprendente triunfo, Juntos por el Cambio apuesta a terminar de marcarle la cancha legislativa a Kicillof.  En el caso que la oposición logre repetir estos guarismos en noviembre, existe la posibilidad concreta de una acentuación de la hegemonía opositora en el Senado y aumentar su fortaleza en Diputados. Ambas situaciones podrían condicionar el margen de maniobra del Gobernador durante los dos años de gestión que le quedan hasta el final de su mandato.

Para Juntos, si bien esperaban una buena elección, nunca se imaginaron una victoria con estos números. La compulsa interna en territorio bonaerense le dio volumen al armado y colocó en escena un nuevo actor político, que si bien perdió en las urnas frente a Diego Santilli, fue el gran ganador de la expedición electoral: Facundo Manes.

La buena elección del neurocirujano radical, ganando en cuatro de las ocho secciones electorales, fortaleció la posición de la UCR hacia dentro de la coalición. Hasta ahora, si bien existen mesas de conducción colegiadas, la centralidad de las decisiones pasó siempre por el PRO. Hoy los radicales sacaron ticket para sentarse a esa mesa. Claro que esa euforia, en el caso de los dirigentes de Juntos, con el correr de las horas se fue transformando en preocupación.

En un marco de normalidad, la victoria en las elecciones de recambio legislativo de noviembre sería solo cuestión de tiempo, y el sueño de volver al Gobierno, una realidad palpable de cara a 2023. Pero en este contexto, con un Gobierno atravesando un frente de tormenta interno que parece desgajarse con las horas. Dos meses es mucho, y dos años, inimaginable.

La necesidad política de Juntos es la misma del Presidente. Que el Gobierno pueda mantenerse a flote, y que no estalle todo por los aires, como en 2001. “Como la rana lo hizo con el escorpión, Alberto confió en Cristina. Y la naturaleza es la naturaleza”, reflexionó con preocupación un legislador opositor.

Por Ricardo Salas

Fuente: lanueva.com

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