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Cronos Noticias » Tendencias » 14 abr 2021 14:31

Una vida de película

Quién fue Bernie Madoff, el creador de la mayor estafa piramidal de la historia

Este magnate de Wall streat cumplía una condena de 150 años de prisión por armar una pirámide financiera de 65.000 de millones de dólares. Falleció a los 82 años por causas naturales en una prisión federal de Estados Unidos.


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Bernie Madoff, magnate de Wall Streat y creador de un de las mayores estafas piramidales más grandes del mercado de capitales del mundo, murió este miércoles causas naturales a los 82 años en una prisión federal de Estados Unidos.

Éste hombre fue un inversionista bursátil, banquero, asesor de inversiones y financiero estadounidense, que en diciembre de 2008 fue detenido por el FBI y acusado de fraude. En ese entonces el juez federal Louis L. Stanton congeló los activos de Madoff, debido a que una causa por fraude que alcanzó los 64.800 millones de dólares, lo que lo convirtió en la mayor estafa llevada a cabo por una sola persona.

El 29 de junio de 2009 fue sentenciado a cadena perpetua de facto, pero oficialmente a 150 años en prisión, el máximo permitido. Madoff y el esquema PonziMadoff había ocultado que los beneficios que reportaba a sus clientes no salían de operaciones, sino de lo que aportaban otros nuevos inversores, es decir que pagaba los rendimientos de los primeros con los ingresos de los nuevos.¿Qué pasó con Madoff?Hace un tiempo que ya tenía fallas renales irreversibles. Según precisiones de Infobae, Madoff cumplía su condena en una unidad hospitalaria y en febrero de 2020 había pedido pasar sus últimos meses en prisión domiciliaria, algo que le fue negado porque la Justicia creyó que era una compasión que él no había tenido con sus víctimas de estafa.

El exinversor cumplía una condena de 150 años de prisión por armar una pirámide financiera de 65.000 de millones de dólares. Estuvo 12 años detenido y murió en el Centro Médico Federal en Butner, Carolina del Norte. Madoff se presentó por décadas como un empresario exitoso y de confianza de Wall Street mientras se dedicaba en secreto a cometer fraudes de inversión, lo que llevó al juez que dictó su sentencia a condenar sus delitos como “extraordinariamente malvados”.

El año pasado, los abogados de Madoff presentaron documentos judiciales para intentar que el hombre de 82 años saliera de prisión en la pandemia del coronavirus, al señalar que había sufrido de enfermedad renal en etapa terminal y otras afecciones médicas crónicas. La solicitud fue denegada.

Madoff admitió haber estafado a miles de clientes con miles de millones de dólares en inversiones durante décadas. 

“He dejado un legado de vergüenza a mi familia y a mis nietos. Es algo con lo que cargaré el resto de mi vida. Y lo siento”. Hace exactamente doce años, el financista Bernard Madoff se declaró culpable de la mayor estafa de la historia ante el Tribunal Federal de Manhattan. Sus propios hijos, Mark y Andrew, lo habían entregado a las autoridades en diciembre de 2008, cuando les reveló que el fraude piramidal que sostenía desde 1992 le había estallado en las manos dejando un agujero de US$65.000 millones.

Llevaba entonces catorce meses de arresto domiciliario en su lujoso penthouse del Upper East Side neoyorkino, pero ahora sería trasladado a una cárcel común. El hombre que había sido considerado un gurú de los mercados por ricos y famosos que le confiaron sus fortunas en los cinco continentes estaba a punto de ser condenado a 150 años de prisión. A los 70, sabía que pasaría el resto de su vida tras las rejas, pero una parte de él sentía cierto alivio: la presión constante se había vuelto intolerable. “No veía la hora de que todo saltara por los aires”, confesaría más tarde.

“Imaginen volver a casa cada noche y no poder contarle a su mujer, vivir con esta guillotina sobre la cabeza sin decirle a tus hijos, a tu hermano, verlos cada día en la oficina y no poder confiarles lo que pasa”, se sinceró Madoff en una serie de conversaciones con el periodista y editor de la revista New York Steve Fishman desde su celda en un correccional de Carolina del Norte, cuando la tragedia de su familia ya era completa. Lo que les había ocultado durante años era que los beneficios que reportaba a sus clientes no salían de operaciones, sino de lo aportado por nuevos inversores: pagaba los rendimientos de los primeros con los ingresos de los nuevos. Un esquema Ponzi de manual.

Para garantizar que el sistema funcionara, debían cumplirse dos condiciones. La primera era que se sumaran clientes ilimitadamente. Madoff gozaba de prestigio y reconocimiento en los mercados bursátiles internacionales, por lo que el dinero fluía y los clientes arriesgaban sus ahorros. La segunda condición era que no todos quisieran retirar sus fondos a la vez. Pero con la explosión de la burbuja inmobiliaria que hizo estallar la Gran Recesión, los inversores quisieron recuperar sus ahorros. En medio de la mayor crisis después del Crack del 29, tampoco había nuevos clientes.

Así, se quebraron las dos reglas básicas que habían mantenido el sistema en pie durante al menos 16 años. Y junto con eso, las vidas de ahorristas en todo el mundo y la del propio Madoff. Después de denunciarlo, sus hijos Mark y Andrew no volvieron a dirigirle la palabra.

Su mujer, Ruth, tuvo que elegir entre ellos y su marido. Eligió a su compañero de más de cinco décadas, hasta que, el 11 de diciembre de 2010, en el segundo aniversario del arresto de su padre, Mark, de 46 años, se ahorcó con la correa del perro en su loft del Soho. Era un último mensaje a su padre después de exponerlo públicamente como un fraude: su familia también lo era.

Ruth también dejó entonces de hablarle al patriarca, pero ya estaba condenada a la soledad: su nuera no le permitió entrar al funeral de Mark ni ver a sus nietos, nadie la quería ahí. Su hijo menor, Andrew, tampoco volvió a hablarle. Alguna vez le dijo a sus amigos que su padre era un “talentoso manipulador” que los crió mediante el bullying. “Mi ira hacia él, lejos de disiparse con el tiempo, hizo metástasis”, les confió. Murió víctima de un linfoma en septiembre de 2014.

Habían sido una familia “muy unida, una empresa familiar”, según recuerda el propio Madoff en sus conversaciones con Fishman. Se los podía ver en alguno de sus cuatro yates en las playas de Palm Beach, de vacaciones en su casa de verano de Montauk, en galas benéficas y jugando al golf o almorzando en los exclusivos clubs que frecuentaban Bernie y Ruth. En 2011 ella confesó en una entrevista con The New York Times que también ellos habían tomado pastillas juntos dos semanas después de la detención de su marido, mientras él cumplía arresto domiciliario, en la Navidad de 2008: “Queríamos acabar con todo”. La dosis no fue suficiente. El diría después que despertó a la mañana siguiente pensando que no podía dejar a su familia.

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