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Cronos Noticias » Sociedad » 31 ene 2021 08:27

Para recordar

Hoy cumpliría 113 años Atahualpa Yupanki, el emblema del folklore argentino y latinoamericano

El cantautor nacido en Junín dejó una huella en la música popular del continente entero. Además de ser un talentoso guitarrista, les puso voz a los habitantes de las zonas rurales del país.


  • Hoy cumpliría 113 años Atahualpa Yupanki, el emblema del folklore argentino y latinoamericano

Mercedes Sosa permanece callada, sentada en una silla de un bar del centro de Buenos Aires. Solo escucha como sus colegas músicos y músicas de folklore de todas partes del continente discuten en una mesa mientras toman un trago; algunos toman whisky, otros cerveza. ¿La discusión? Quién es más emblemático para el folklore de Latinoamérica, si Atahualpa Yupanki o Violeta Parra.

Algunos se inclinan por la chilena que, para ese entonces (1972), ya había fallecido; otros, por el guitarrista argentino que entonces vivía en Francia… hasta que la “Negra” golpeó la mesa con el puño y puso fin al debate al grito de “¡No jodan! ¡Atahualpa es incomparable!”.

Sin quitarle importancia a la estupenda cantautora chilena y hermana del poeta Nicanor Parra, la “Negra” había dado su veredicto, y el tema de conversación cambió. ¿Quién iba a contradecir a la gran Mercedes Sosa? ¿Alguien dudaba de esa afirmación? Es que Atahualpa tenía en su voz y en su guitarra algo que lo hacía único: la capacidad de hacer hablar, por intermedio suyo, a la tierra y a la gente que la habita.

Héctor Roberto Chavero nació en Campo Cruz, en territorio bonaerense de Pergamino, cerca de Junín, un 31 de enero de 1908. Vivió los primeros años de su vida en el campo cerca de esa localidad, a los 8 se mudó con su familia a Tucumán, donde tenía parientes; para luego volver algunos años después, debido al suicidio de su padre. Este hecho lo obligaría a salir a trabajar para mantener a su madre y hermanos menores.

Por ese entonces ya era un ávido lector, fascinado por la cultura originaria y las historias de los pueblos que vivieron durante miles de años en argentina y Latinoamérica antes de la llegada de los conquistadores españoles. Según cuenta el historiador y periodista Sergio Pujol en su biografía del músico “En el nombre del folklore”, el guitarrista habría adoptado ya en sus años de juventud el nombre de Atahualpa, en honor al último rey Inca. En idioma quéchua el nombre tendría el siguiente significado: Ata quiere decir "venir"; hu, significa “lejos”; y alpa es la “tierra”; mientras que Yupanqui es “haz de narrar”. En resumen, Atahualpa Yupanqui significaría "El que viene de tierras lejanas para narrar".

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En 1949 ya con ese seudónimo emigró a Francia, donde paradójicamente, se hizo más conocido antes que en Argentina: conoció a ​la famosa cantante francesa Edith Piaf, de quien se hizo amigo. Piaf invitó a Atahualpa a actuar en París el 7 de julio de 1950, show que le abrió puertas al argentino, empezando por la grabación de sus primeros materiales discográficos.

“Don Ata”, como era conocido en el ambiente, perteneció al Partido Comunista entre el 1947 y el 1952, en épocas de la “guerra fría”, lo cual le valió ser perseguido, encarcelado y torturado entre el 1945 y el 1955, incluyendo dos intentos de asesinato. Posteriormente, fue censurado hasta la vuelta de la democracia en 1983. Algunas de estas vivencias las volcaría en varias de sus canciones más emblemáticas, incluyendo un disco con un título explícito al respecto: “Coplas del payador perseguido” de 1974  

Entre las distinciones que recibió se encuentran:  el premio Kónex de brillante como mayor figura de la Historia de la música popular argentina en 1985; ​en 1986, el Gobierno de Francia lo condecoró como Caballero de la Orden de las Artes y las Letras y En 1987 volvió a Argentina para recibir el homenaje de la Universidad Nacional de Tucumán. Falleció a los 84 años el 23 de mayo de 1992 y sus restos descansan en la localidad cordobesa de Cerro Colorado, donde supo residir.

Don Ata grabó en vida más de 20 albumes de estudio, también escribió un total de 11 libros (en un principio soñaba con ser escritor), y también supo participar de 7 films como actor, algunas de las cuales también musicalizó.  

Muchas de sus canciones forman parte del repertorio de músicos y músicas a lo largo y ancho de la Argentina: desde Mercedes Sosa hasta Jorge Cafrune, e incluso la banda de rock nacional Divididos hizo una versión blusera de la zamba “El arriero”.

Hoy su nombre es prácticamente un sinónimo de folklore en Argentina. Es que el folklore es en cierto modo, además de un género, una conjunción de sonidos “que vienen desde lejos a narrarnos historias”.

Por Juan Manuel Vera Visotsky

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