La cuarentena sigue su curso, tan parte de nuestras vidas que parece que siempre estuvo. Bonaerenses y porteños ven como esa división histórica ahora parece haberse conjugado en un nuevo regionalismo: el AMBA. Esa denominación que también siempre estuvo, pero la que nadie le daba bola, salvo ahora, al calor de la suba de contagios y la superpoblación de su superficie. Tantas cosas nuevas pasaron estos más de cien días de pandemia y cuarentena, pero algunas no se van, se adaptan o, más bien, vienen con guion repetido. No es la primera vez (ni será la última) que hay chispazos entre en Nación y Provincia. No es la primera vez que los cortocircuitos públicos entre el Gobierno Nacional y el Bonaerense son parte de las portadas de los principales medios periodísticos. Así como la relación fría y con destrato que mantuvo Cristina Kirchner con Daniel Scioli o el “fuego amigo” y el permanente adiestramiento que ejercieron Mauricio Macri y Marcos Peña con María Eugenia Vidal, este escenario siempre se las trae. Pero siempre hay un distintivo, ese detalle que le da el nuevo color a la vieja disputa Nación-Provincia. En esta nueva etapa, donde el peronismo unido volvió a gobernador ambos poderes, surge la novedad llamada Sergio Berni. El indomable.
Ya se ha escrito bastante sobre el último show que hizo Berni -fiel a su estilo- cuando irrumpió en un retén de la Policía Federal en el Puente La Noria, el primer día de la cuarentena estricta o nueva Fase 1 para el AMBA. Las repercusiones son conocidas, desde los principales despachos de la Casa Rosada dejaron trascender que “Alberto ya está cansado de Berni” y hasta le tiraron el fardo al Gobernador bonaerense: “El problema es de Axel”, lanzaron sin disimular. También trascendió que Axel Kicillof tuvo su límite, y a los segundos de cortar con el llamado furioso que le hizo Sabina Frederic, marcó el número de Berni y mantuvo una tensa charla, distinta a las anteriores, donde le ordenó bajar los cambios. El estilo despierta simpatías y antipatías en toda la población, lo mismo que en varios sectores del peronismo. La cuestión de la (in)seguridad en la provincia es un tema que aún está pendiente. Si bien, Frederic en reportajes la semana que pasó afirmó que los delitos bajaron, es una consecuencia obvia de la menor circulación de gente producto de la cuarentena en el AMBA, precisamente el área donde históricamente los índices son mayores. Pero los pronósticos no traen buenas noticias, en los principales despachos, tanto en la Rosada como en Gobernación, sostienen que la crisis económica agudizada por los efectos de la pandemia y la cuarentena, serán altos cuando se vuelva a la “nueva” normalidad. El futuro incierto.
Desde que asumió en la cartera más caliente de la Provincia de Buenos Aires, Berni no dudó en actuar a su manera. Amparado en el respaldo y la orden de Cristina Kirchner para ocupar el cargo de ministro de Seguridad, fueron varios los cuestionamientos públicos que lanzó públicamente hacia Nación. Desde la polémica sobre la información y el número de fuerzas federales que desató allá en febrero, que derivó en una cumbre de urgencia en La Plata, entre él, Kicillof y Frederic, hasta las declaraciones -hace pocas semanas- donde dijo que desde marzo “no habla” con la ministra nacional, para rematar: "En materia de seguridad estamos (la Provincia de Buenos Aires) solos". Los análisis no escapan al componente político y una guerra subterránea que Berni para encarar con el “albertismo”. Cruzar y cuestionar a Frederic públicamente, no es otra cosa que cuestionar a Alberto y una funcionaria hiper respaldada por el presidente. Si bien, para una interna para muchos inevitable, no sólo se genera un daño a la imagen presidencial, sino que de rebote también implica un daño colateral a la imagen de Kicillof: un gobernador que no puede controlar a un ministro, que se maneja de manera autónoma y que afirma en público que su “única” referente es Cristina. Como derivado, Berni también tiró la cuerda con un sector de los intendentes del Conurbano, cuando cruzó muy duro por Twitter al intendente de Hurlingham, Juan Zabaleta por el cuestionamiento que hizo a su estilo. Fueron varios los alcaldes que sin dudarlo salieron a respaldar a su colega. Por lo bajo, los jefes comunales no se sienten cómodos con la marca Berni y ya no dudan en dejarlo trascender. Dato no menor, “Juanchi” Zabaleta es reconocido como uno de los intendentes llamados “albertistas”. Mención aparte merecen los operativos sorpresa que Berni hizo en Zárate, donde gobierna Osvaldo Cáffaro. El indomable ministro bonaerense cuestionó la política de seguridad del alcalde vecinalista enrolado en el Frente de Todos, dejándolo en evidencia más de una vez. El fuego amigo.
Si bien las intenciones de Berni pueden ser de actuar de forma certera en contra de la lucha contra la inseguridad, existe un componente político-electoral que también hace su juego. Desde hace año que el ministro busca destronar a Cáffaro de la intendencia y junto a su esposa, la senadora bonaerense, Agustina Propato, apuntan los cañones para que en las elecciones del 2023 ella pueda sentarse en el sillón municipal. Sobre este objetivo, desde hace años que Berni apunta su mirada a la Gobernación bonaerense. En la elección del 2019, se postuló como uno de los tantos precandidatos que blanquearon sus ganas de competir. Finalmente, el único elegido fue Kicillof y el resto de la historia ya fue contada. Pero las ganas de pugnar por el sillón de Dardo Rocha se mantienen. Todo este combo amenaza con ser explosivo. Mientras tanto la (in)seguridad sigue siendo un tema pendiente para los bonaerenses. Al final, el hecho de que el mismo color político gobiernen Nación y Provincia no genera políticas conjuntas que apunten a combatir con este flagelo.
Juan Alfaro
Fuente: ANDigital