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Cronos Noticias » Sociedad » 10 mar 2020 13:02

Día internacional de la Mujer

Paro Internacional de Mujeres: el glitter no quita lo importante

La cita el lunes 9 de marzo fue en Plaza San Martín de La Plata. Eran cerca de las 16:30 hs y me encontré con una amiga de la secundaria. Nos abrazamos y caminamos hacia la plaza para reclamar otro año más.


  • Paro Internacional de Mujeres: el glitter no quita lo importante

Me puse el pañuelo del aborto en la cabeza, y mientras nos dirigíamos más hacia el centro de la Plaza, empecé a distinguir las agrupaciones que marchaban ese 9 de marzo: La Cámpora, Mala Junta, Adulp, Cues, Fulp, Franja Morada, y las Comisiones de género de varios espacios: Club Estudiantes de La Plata, Club Esgrima La Plata, Ingeniería.

Desde los colegios secundarios tampoco se quedaron atrás: varias adolescentes sostenían sus banderas y daban indicaciones de organización a las otras agrupaciones o personas que habían ido de manera independiente.

Mensaje de Whatsapp de por medio, cerca de las 17:00 hs me encontré con otra compañera de la secundaria. Llevaba gemas y los labios pintados, una modalidad que el feminismo adoptó en los últimos años para poder decir que podemos estar enojadas y llevar color, que podemos pensar que un movimiento tan amplio puede, a veces, contrarrestar y desandar el dolor a través del brillo. Una reivindicación a lo que podemos ser y hacer: buscar libertad, buscar igualdad, romper con el estereotipo de que la tristeza sólo viste de negro.

La primera vez que marché fue un 3 de junio de 2015, bajo la consigna “Ni una menos”. En ese momento, estábamos más movilizadas por el miedo. A ser una muerta más, a no volver, a ser llevadas para la Trata. Lo que se vivía era un clima frío, oscuro, con una molestia que a pesar del miedo, no se quedó en sus casas.

La consigna, lamentablemente, sigue siendo la misma: que no nos maten. Pero además, se le añadieron otras, que existían pero no eran tan concebidas porque en ese primer momento nos movía lo urgente. Lo oscuro, lo horrible, la desigualdad no se fue con el glitter, pero empezamos a adoptar nuevos modos, nuevas consignas. El mismo sabor a hartazgo con nuevos elementos: derecho al aborto legal, seguro y gratuito, paridad de género, incluso las identidades que no se concebían dentro de la categoría de “mujeres” empezaron a irrumpir en el espacio, porque el feminismo es transfeminista y disidente, o no es.

Nos empezamos a mover de la plaza cerca de las 17:40 hs, previo a que se sume otra amiga mía más. Entre las cuatro que ya estábamos, sólo yo era una persona en común. Eso no importó, puesto que las marchas también tienen eso: no importa con quién marchemos, importa que estemos juntas.

Nos empezamos a mover entre la fila de la Comisión de Género de Estudiantes de La Plata, y nos ubicamos hacia un costado, esquivando las fotos de quienes estaban delante, que te hacían aminorar el paso. Una foto que no sólo es un recuerdo, sino que, con la inmediatez de las redes sociales hoy en día, indica “Yo estoy acá”. Una decisión personal que muestra presencia. Mostrarse para hacer ver. Que vean para que sepan. Que sepan para que eso, tal vez, mueva a alguien más.

El trayecto fue hacia Plaza Moreno, pasando por toda la zona céntrica de la Ciudad de La Plata. La idea de marchar un 9 de marzo fue estratégica: parar. En nuestros trabajos, de las actividades del cuidado de niños y niñas, de las tareas del hogar.

Hacer sentir la falta, como nosotras sentimos la ausencia de 64 mujeres, sin contar el mes de marzo, en lo que va de este 2020. Desde el Observatorio de las Violencias de Género “Ahora Que Sí Nos Ven” dieron a conocer que esas son las cifras de femicidios en Argentina entre el 1 de enero y el 29 de febrero de 2020.

Desde Plaza San Martín hasta la Plaza Moreno, entre el sonido de bombos, cantos y bailes, la consigna de que dejen de matarnos se movió también al clamor del pedido por aborto legal, seguro y gratuito. Un pedido de libertad que se diversifica, se profundiza, se amplía y trastoca el orden establecido, en el que el patriarcado, que se cuela desde lo micro hasta lo macro, ya no puede sentirse cómodo en nuestras pieles.

Desde un local, una señora que allí trabajaba agitó su brazo al ver llegar a miles de mujeres. El orgullo en su cara, ante el clamor de sus pares, nos emocionó mucho y le devolvimos el saludo, como señal de fuerza, como símbolo de acompañamiento.

Porque parar, también, es un privilegio de unas pocas, que deseamos que la libertad sea de todas (y de todes).

Al llegar a la Moreno, alrededor de las 18:35 hs, me llegó la información: “Agrupaciones arriba de la Plaza, la gente debajo”. Porque así como previo a la marcha, desde la organización sortean el orden en el que deben ir las agrupaciones con sus banderas, también se establecen criterios básicos para cerrar los multitudinarios actos.

Con parlantes y micrófonos preparados, una mujer leyó un comunicado en el que especificó la cantidad de femicidos en lo que va de este 2020. Luego, la gente comenzó a dispersarse hacia el interior y las ramificaciones de la Plaza Moreno. La concentración fue breve y el mensaje poco oído.

Cuando el espacio se iba sintiendo cada vez más grande por la desconcentración de personas, me sumé junto a mis amigas a una ronda en donde los bombos y las canciones con letra feminista siguieron marcando la pauta: no siempre estamos felices, pero hacemos de estos espacios un nicho de resistencia para sentir que no todo está perdido, que deben seguir oyéndonos.

“Avisame cuando llegues”, le dije a una de mis amigas cuando, después de sacarnos un par de fotos me dijo que se iba a su casa cerca de las 19:00 hs. Ojalá pronto ya no tenga que sentir que llegar, para mí y para todas mis pares, es una cuestión de suerte, de azar, de que todavía “no nos tocó”.

Por Vera Casanovas

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