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Cronos Noticias » En Foco » 13 ene 2020 16:26

Bitácoras bonaerenses

Kicillof, la Ley Impositiva y un empate con sabor a derrota

El Gobernador no quedó conforme con los resultados del tratamiento del proyecto en la Legislatura. Juntos por el Cambio hizo valer su mayoría en el Senado. La relación con los intendentes. Lo que se viene.


  • Kicillof, la Ley Impositiva y un empate con sabor a derrota

El sinsabor durará mucho tiempo en el paladar. La marca estará presente en el prontuario. El primer mes de mandato del gobernador, Axel Kicillof, estará ofuscado por el empate con sabor a derrota que se dio tras la aprobación de la Ley Impositiva 2020. Ni en Gobernación, ni los legisladores del Frente de Todos y quizá -con algo de exageración-, ni en Juntos por el Cambio, quedaron conformes por el proyecto final que se convirtió en ley en la Legislatura el pasado miércoles 8 de enero. Las polémicas modificaciones hechas por la oposición en el Senado al nuevo proyecto enviado por el Ejecutivo, hicieron tambalear la sesión y hasta provocaron que el titular de bloque de Juntos por el Cambio en esa Cámara, Roberto Costa, amenace con renunciar a su puesto si es que no salía la ley. Al final, hubo acuerdo (de eso se trata la política legislativa), pero nadie quedó conforme y todos mostraron caras largas. La mitad de la “Ley de leyes” se aprobó en el segundo intento, tras una prórroga del Presupuesto 2019 que la misma oposición aprobó y el aval para el paquete de Emergencias. Esas leyes, mirando el vaso medio lleno, es un triunfo político para el Gobernador. Un análisis óptimo.

Pero el malestar se sintió en todos los despachos de Calle 6 y los del oficialismo en el parlamento bonaerense. El propio Kicillof y sus principales ministros salieron a mostrar su bronca en declaraciones periodísticas. Acusaron a Cambiemos de “defender los intereses de las corporaciones”, sobre todo ante la imposibilidad de subir un impuesto a los cable operadores, que según el oficialismo, al final, benefició al Grupo Clarín. La bronca se amplió públicamente y el Gobernador confesó que la norma aprobada no es el proyecto que tenía pensado. De todos modos, en voz del titular de ARBA, Cristian Girard se descartó que el Ejecutivo provincial vete artículos de la ley sancionada. Desde la oposición, también se mostraron descontentos con el texto aprobado, más porque soñaron con eliminar la suba de hasta 75 por ciento para el Inmobiliario Rural y Urbano y, finalmente, sólo pudieron bajar en gran número la cantidad de partidas. Si bien Juntos por el Cambio tiene mayoría en el Senado (26 bancas) y es la segunda minoría en Diputados (38 bancas), pensar que puede reescribir y rediseñar proyectos que envía la Provincia, es volar más alto de lo que le dan las alas. Un análisis negativo.

En general la disputa política por la Ley Impositiva 2020 resultó un empate 0 a 0, que molestó a los dos sectores. Kicillof concentró toda su energía de su primer mes de gobierno en ofuscarse por el fracaso ante la intención de imponer su proyecto impositivo. Esta concentración casi absoluta sobre ese escenario, esmerilaron, por su propia actitud, otras políticas que gestó su joven gestión que pueden ser resaltables. Suspendió el aumento de la tarifa de luz que había firmado María Eugenia Vidal. Logró levantar la huelga de hambre en las cárceles bonaerenses, luego de la primera reunión de la mesa de conversaciones entre el ministro de Justicia y Derechos Humanos, Julio Alak, y organizaciones sociales. Dispuso el congelamiento de las tarifas de los peajes que están bajo la jurisdicción de Aubasa. Apeló a la política y se reunió con todos los intendentes de Juntos por el Cambio para destrabar el tratamiento de la Ley Impositiva. Un empate que ofusca otros resultados.

Mirar para adelante es lo que ahora tiene que hacer el mandatario bonaerense. Aprender de sus errores y saber que la política bonaerense es un escenario complejo, volátil e impredecible. El tratamiento de la Ley Impositiva demostró la falta de experiencia del Gobernador y su mesa chica para la rosca que se da, sí o sí, en cualquier disputa legislativa. Aún no se sabe concretamente si Kicillof y su entorno (traído de lo que fue su equipo en el Ministerio de Economía durante las gestión de Cristina), abusa de su perfil técnico o directamente no le gusta la llamada política tradicional. Un rasgo, paradójicamente, similar al que mostró Vidal en sus primeros pasos de su gestión, allá por 2016. La exgobernadora y su grupo de CEOs tuvieron que meter los pies en el barro, olvidarse de sus prejuicios y empezar a hacer política a la bonaerense. En columnas pasadas ya mencionó que Vidal en sus primeros meses de gobierno tenía una Legislatura más adversa que la que tiene actualmente Kicillof. Inevitables comparaciones.

Sobre este primer tablero, surge la interrogante de la relación que el jefe de Estado bonaerense tendrá con los intendentes del peronismo. Ya no es ningún secreto que los alcaldes están disconformes porque no tuvieron lugares de relevancia en el Gabinete bonaerense (a diferencia del de Alberto Fernández en Nación) y que las malas lenguas dicen que “se hicieron los distraídos” cuando se cayó la sesión en el Senado el 27 de diciembre. Desde el Frente Renovador de Sergio Massa también deslizan malestar y, por lo bajo, se quejan de que “tampoco cobraron nada de lo que les prometieron”. El massismo reivindica su autonomía, a duras penas aceptó la unión de todos los bloques en lo que ahora es la bancada única del Frente de Todos (pretendían implementar en la Legislatura la figura del interbloque). Un dato, para nada menor, es que la tropa massista -fuera de micrófono- deja algo para analizar sobre lo sucedido con el tratamiento de la Ley Impositiva. “En un momento también planteamos que debíamos debatir y discutir el primer proyecto, mucho no les gustó”, grafica más de un legislador. El rol de la vicegobernadora, Verónica Magario, también está sobre la lupa. La matancera estuvo lejos de “hacer peronismo” en el Senado y no logró (algunos dicen que no la dejaron, otros que no quiso), intentar al menos romper el bloque de Juntos por el Cambio y así tener un camino más despejado para la aprobación de las leyes. Las relaciones de Kicillof y sus aliados.

Es cierto que las internas de Cambiemos fueron protagonistas sobre el tablero de la Ley Impositiva y prometen subir en tensión. También es cierto que hasta ahora lograron mantener la unidad en el Senado y mantener en su poder la llave para el tratamiento de cualquier ley. Si bien en Diputados, la oposición sufrió una escisión de seis legisladores (el bloque de cinco Cambio Federal y el monobloque Fe), los vaivenes de la política hacen que la bancada que dirigen Emilio Monzó y el intendente de San Isidro, Gustavo Posse, tenga discordancias y confusiones a la hora de ser oposición o “opoficialismo”, como lo fue el massismo en la gestión Vidal. La espuma política bajó con la aprobación de la Ley Impositiva, pero se vienen desafíos más que importantes para Kicillof en la Legislatura. El tratamiento del Presupuesto 2020, que tendría que debatirse en marzo, anuncia que las tensiones, desacuerdos y chispazos serán parte del escenario. Y si no se posiciona la política como el método para destrabar escenarios, seguramente estaremos hablando de otro empate con sabor a derrota.

*Fuente: ANDigital

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