3 nov 2025
En una nueva muestra de confrontación institucional, el gobernador bonaerense Axel Kicillof difundió una carta dirigida al presidente Javier Milei en la que cuestiona duramente el rumbo económico, la exclusión política de las provincias opositoras y la pérdida de soberanía nacional. El documento, fechado el 1° de noviembre en La Plata, se titula “Carta al Presidente Javier Milei” y propone abrir un canal de diálogo “sin insultos, pero tampoco sin concesiones”.
Desde el inicio, Kicillof reconoce el triunfo electoral del oficialismo nacional, pero advierte que “las calamidades que su modelo económico provoca siguen su curso”. En una descripción cruda, enumera los sectores golpeados por el ajuste: jubilados, trabajadores, comerciantes, industriales, estudiantes y clases medias. A su juicio, el ajuste impuesto por el Gobierno “se traduce en recesión, caída del consumo, pérdida de empleo y angustia social”.
El Gobernador señala que Milei cambió su tono tras las elecciones, pero no su política. “Dejó de insultar, pero aún le falta enfrentar la realidad”, escribió. En ese punto, apunta directamente al corazón del plan económico libertario, que, según sostiene, “fracasó” por mantener “un dólar bajo y una recesión prolongada”. Además, advierte que los dólares aportados por el financista estadounidense Scott Bessent “podrán calmar los mercados, pero no resuelven los problemas de la vida cotidiana de los argentinos”.
En un tramo de fuerte tono geopolítico, Kicillof denuncia una “injerencia extranjera inédita” en la política argentina. Cuestiona las declaraciones del presidente Donald Trump, a quien acusa de haber “amenazado” con retirar su apoyo si Milei perdía. También menciona la llegada al país de Barry Bennet, asesor republicano y supuesto emisario de Washington, a quien atribuye el rol de “ordenar la campaña y el gobierno”. Para el mandatario provincial, esto significó “una pérdida de soberanía y dignidad nacional”.
La carta también advierte al Presidente que “el respaldo extranjero no reemplaza el respaldo del pueblo argentino”. En una frase que resuena con tono electoral, Kicillof le recuerda que la mayoría social “no lo está aplaudiendo precisamente”, al sumar los votos opositores y la abstención. Desde esa perspectiva, el texto se ubica como un intento de reposicionar al peronismo como fuerza de oposición con proyección nacional.
Uno de los ejes más fuertes de la misiva es la crítica a la exclusión de gobernadores del diálogo político. “No es buena señal dejar afuera a quienes considera enemigos”, advierte, señalando que las provincias no convocadas representan “más del 40% de la población argentina”. Kicillof pide “articular políticas públicas” y recalca que no espera agresiones, pero tampoco está dispuesto a ceder “en la defensa de los intereses bonaerenses”.
El mandatario provincial acusa además al Ejecutivo nacional de sostener su “superávit” sobre la base de la quita de fondos a las provincias. Enumera recortes en seguridad, educación, jubilaciones y obras públicas, y asegura que Buenos Aires “aporta el 40% de la recaudación nacional y recibe apenas el 7%”. “Eso no es austeridad, es injusticia estructural”, subraya.
Kicillof advierte que las reformas económicas anunciadas por el Gobierno podrían “agravar las desigualdades” y niega cualquier apoyo a iniciativas que “quiten derechos o destruyan la producción nacional”. En ese sentido, afirma que el peronismo “no acompañará” medidas que profundicen el ajuste y reitera su llamado a discutir una agenda de desarrollo federal y con justicia social.
En el cierre, el Gobernador bonaerense adopta un tono más emotivo. Describe la emergencia social en su provincia, donde “más de cuatro millones de bonaerenses reciben alimentos en comedores escolares y comunitarios”. Y culmina con un mensaje directo al Presidente: “Los argentinos la están pasando mal. Escuche, corrija y dialogue. No con los mercados ni con los poderosos de afuera, sino con su propio pueblo”.
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