20 mar 2024
Los habituales robos de automotores que ocurren en la provincia de Buenos Aires, en algunas ocasiones, muy pocas, terminan mal para los delincuentes. En esta nota damos cuenta de dos casos en la que malvivientes que recorren el Conurbano con increíble impunidad, fracasaron en su intención y escaparon para evitar ser golpeados y detenidos.
En la noche del martes, alrededor de las 21, tres amigos que circulaban en automóvil se detuvieron a realizar una compra en el kiosco ubicado en el cruce de las calles Costa Rica y Uruguay, en Villa Madero.
Uno de ellos descendió del rodado y luego de pagar la mercadería fue abordado por una pareja de motochorros. El que viajaba como pasajero lo encañonó y lo amenazó para que le entregue las pertenencias. La secuencia duró unos pocos segundos y fue observada por los amigos de la víctima que en un primer momento dudaron en intervenir.
El delincuente a bordo de la moto detectó los movimientos sobre el auto y se los señaló al cómplice que no se decidía en atacar.
Luego de algunos momentos de incertidumbre los amigos del hombre asaltado descendieron del rodado y fueron tras los cobardes rastreros que escaparon a la carrera.
En los últimos días, en la misma cuadra, un vecino al que le intentaron robar el automóvil, fue obligado a que se ponga de rodillas como en una ejecución. Vecinos que visualizaron el hecho y tenían armas de fuego, repelieron a los delincuentes a los tiros y los pusieron en fuga con las manos vacías.
La noche del domingo, a las 23:30, una joven que pretendía ingresar el auto en la cochera, fue víctima de un ataque al voleo. Un solitario delincuente la observó cuando subió al vehículo y, tras una corta carrera, también se acomodó en el habitáculo.
La aterrada joven que acababa de regresar de la cancha de River se resistió al ataque y con desesperados gritos pidió auxilio a los vecinos. Pocos instantes después, desde la esquina de la calle Tucumán, llegó la ayuda solicitada.
Un familiar de la joven dobló en la esquina de Anatole France y de inmediato detectó lo que ocurría. Sin meditarlo un instante el hombre corrió hasta el vehículo estacionado, se abalanzó sobre la puerta abierta del acompañante y le dio una brutal patada al sorprendido ladrón. A continuación y bajo una lluvia de insultos, lo sujetó de los brazos y lo arrastró fuera del rodado.
El cobarde, que no puso resistencia ni enfrentó al hombre, sin poder robar nada se alejó a la carrera y se perdió en la noche del partido de Lanús.
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