7 ago 2022
“Siempre es positivo que un hombre de la dirigencia política intervenga sobre el rumbo económico. Mucho más en tiempos donde la población atraviesa una situación muy compleja por la crisis inflacionaria”. Frases como ésa retumban en despachos ministeriales y legislativos del oficialismo gobernante bonaerense.
La designación del tigrense Sergio Massa, líder de la fuerza renovadora, como ministro a cargo de las áreas más sensibles de la economía y producción en el Gobierno nacional como uno de los temas excluyentes en la agenda argentina, genera expectativa política y tranquiliza los mercados financieros pero el reloj marca las horas y el tiempo que hay es cada vez más corto para equilibrar el humor social en la provincia de Buenos Aires.
“Vamos a empezar a tener un norte distinto”, aseguran desde el esquema legislativo del Frente Renovador, destacando el perfil dialoguista del Massa.
Con moderación sus pares del Frente de Todos sugieren que el tigrense debe, por un lado, poner todas sus energías en las políticas de control de precios y después “posar la mirada” en otras políticas de “mediano y largo plazo” como, por ejemplo, en la distribución de la riqueza, “porque los ricos son cada vez más ricos”.
Frente a la crisis social y económica financiera, los gobernadores, entre ellos el bonaerense Axel Kicillof, empujaron la llegada de Massa y lograron frenar, al menos momentáneamente, las supuestas maniobras de desestabilización política y económica justo antes de una nueva marcha de San Cayetano, patrono del pan y el trabajo.
El gobernador ya mantuvo un encuentro reservado con Massa para proyectar un punteo de las medidas económicas venideras y su implicancia en territorio bonaerense.
Ambos se necesitan mutuamente de cara a las elecciones de 2023. Incluso, meses atrás, propiciaron la “mesa de institucionalización” del Frente de Todos en la que reservaron sillas para todos los sectores internos e intentar así zanjar las diferencias políticas de la dupla presidencial entre los partidarios del “albertismo” y las filosas espadas del “cristinismo”.
En las bancadas parlamentarias de Juntos no quieren comerse la curva de “expectativas” que despertó la llegada de Massa al gabinete presidencial. Se sabe, uno de los objetivos de la coalición opositora es lograr que el Gobierno no logre ponerse de pie ni pueda convertirse en una alternativa para las elecciones presidenciales del año próximo.
Incluso, algunos apuestan a que el desembarco de Massa no alcance para enderezar el barco y que la crisis económica se lleve puesto al oficialismo gobernante con el exintendente de Tigre incluido.
Es que la llegada del tigrense al gabinete nacional puede producir cambios no sólo en la coalición gobernante, sino también en la oposición, sobre todo pensando en el futuro electoral.
Si bien las principales espadas opositoras mantuvieron un estruendoso silencio respecto a la asunción de Massa y el anuncio de las nuevas medidas, saben que las olas de este nombramiento en algún momento sacudirán la balsa cambiemita.
En principio lo que buscaron los dirigentes de Juntos fue ver cómo corren las medidas anunciadas por el nuevo ministro, y seguramente luego comenzarán a aparecer las voces de los distintos partidos.
En lo que sí coincidieron todos fue en la crítica a las formas, con tanta cantidad de gente y “tanto circo”, como señalaron algunos, en referencia al acto de asunción en el Museo del Bicentenario.
Una de las pocas voces bonaerenses que salió al cruce de los anuncios y con dureza fue el jefe de la Coalición Cívica, el bahiense Andrés De Leo, aunque esto también debe leerse en clave electoral. Saben en JxC que la asunción de Massa fue el virtual lanzamiento presidencial del tigrense.
La foto del presidente Alberto Fernández bajando del escenario y la de Massa sonriendo de frente al auditorio fue bastante elocuente y significativa de los nuevos tiempos que se vienen.
Esa foto puso en alerta a la oposición. Se sabe de la buena relación personal que tienen algunos dirigentes amarillos y boina blanca con el nuevo ministro. Cristian Ritondo y María Eugenia Vidal, por caso, desde el PRO se sacaron más de una foto con el extitular de la Cámara de Diputados de la Nación.
Es conocida además la buena relación personal y afinidad política que mantienen Massa y el gobernador jujeño y presidente de la UCR, Gerardo Morales. Quizá esa nueva situación sea un elemento más de diferenciación entre los halcones y las palomas del principal elenco de la oposición.
Por ahora, al menos, la agenda bonaerense sigue al ritmo de la obra pública con excursiones gubernamentales por municipios del interior.
“Necesitamos activar los mecanismos de revisión salarial para evaluar cómo estamos en relación a la inflación”, advierten gremialistas bonaerenses ante el compromiso de la gobernación de calle 6 y la propia determinación sindical de “estar por encima” de esa coyuntura económica de los últimos meses.
Lo que pretende el gremialismo docente y estatal es apurar el armado de una mesa para rediscutir las paritarias acordadas a inicios de este año, para compensar el salto inflacionario y la suba de precios en cualquier mostrador comercial.
Una señal que proyecta Kicillof sería pedir una tregua a los sindicalistas para examinar los primeros efectos de las primeras medidas que tome el nuevo ministro Massa y la “planificación de prioridades”, para no meterle ya presión al tigrense con la problemática de un aumento salarial para los empleados públicos. Una forma de ganar tiempo.
Por Ricardo Salas
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