Por Juan Alfaro (ALFA) | @alfajuan
“Espero que funcione muy bien y que lleve a que todo el país termine enamorado de Christine (Lagarde)”, dijo, sonriente, jocoso, Mauricio Macri sobre la titular del FMI. Mientras en todo el territorio argentino se desarrollaba el segundo día de paro lanzado por las dos CTA y por al alicaído triunvirato de la CGT “en contra del modelo económico y contra las políticas del Fondo Monetario Internacional”, el Presidente lanzaba esta sátira frase desde los Estados Unidos, casualmente donde además recibió un galardón de la fundación Atlantic Council. La escena podría formar parte de una guión berreta de una comedia-dramática, pero en este caso se trata de una realidad que afecta al conjunto de los ciudadanos, que día a día muestran su disgusto hacia los efectos de las políticas del Gobierno nacional, la crisis y una inflación de no para de golpear. El show de Macri se coronó con un baile improvisado con la vicedirectora ejecutiva de la fundación Atlantic Council, Adrienne Arsht, una insólita escena que para muchos fue una evocación de los andares del Carlos Saúl Menem en los '90. Malos recuerdos.
Fuera de los flashes y cocteles de la elite mundial, en el país la situación social tuvo otro punto de ebullición este lunes y martes con los paros que lanzaron las dos CTA, el Frente Sindical de Hugo Moyano y el adormecido triunvirato de la CGT. Un llamado de atención para el Gobierno Nacional que, por ahora, sólo parece haber entrado en un debate discursivo contra la medida, plasmado por sus funcionarios y legisladores en redes sociales y programas de radio y televisión. Sin embargo, la temperatura del termómetro social sigue en aumento y el Presupuesto Nacional 2019 presentado por el superministro Nicolás Dujovne es muy cuestionado por todo el arco opositor. La mano de la cortejada Christine Lagarde y el mandato para lograr la reducción del déficit fiscal, hacen que los pronósticos para los últimos meses del 2018 no sean alentadores, más allá de las palabras de Macri en Argentina o Estados Unidos. Para ponerle la frutilla al postre explosivo, tras una llamada telefónica con Macri, renunció Luis “Toto” Caputo a la dirección del Banco Central. El “Champions League” no levantó la Copa, todo lo contrario, se fue en la fase de grupos. Su mandato duró más o menos tres meses y su partida generó revuelo en los mercados y sus derivaciones en el dólar. Sobre este marco, las negociaciones que se den sobre la aprobación en el Congreso de la “Ley de leyes” serán las que marquen el diseño del Presupuesto 2019 de la provincia de Buenos Aires. La pulseada que se viene.
Con esa expectativa es que María Eugenia Vidal aguarda el diseño definitivo de su “Ley de leyes”. El panorama sólo indica la lógica nacional: ajuste y reducción del déficit, sumado a un nuevo endeudamiento bonaerense que tendría como piso los 60 mil millones de pesos. Pero al calor de la crisis y sus efectos, el esquema de alianzas en la Legislatura diagramado por Gobernación, parece contar con malos pronósticos. Se sabe que en los dos primeros años el Frente Renovador de Sergio Massa y, luego, el PJ-Unidad y Renovación (El “Bloque de los Intendentes”) comandados por los siempre bien predispuestos al diálogo Martín Insaurralde y Gustavo “Tano” Menéndez, fueron los que –tras algunas modificaciones– le dieron los votos a Vidal para la aprobación de la vital ley. Con esas experiencias anteriores, más polémicas votaciones en el Parlamento (caso modificación del régimen previsional para empleados del Banco Provincia), sectores de la oposición, ligados al peronismo kirchnerista, quieren encontrar alternativas para que algunos legisladores de los espacios mencionados no tengan ausencias transitorias y casuales que beneficien el quórum de Cambiemos o mengüen el poder sumatorio que tendría toda la oposición conjunta para imponer su voluntad en los recintos. Sobre ese escenario, los intendentes del interior quieren avanzar con reuniones con todos los bloques peronistas para advertir a ciertos faltazos. La aventura no será fácil; Vidal, de la mano de su jefe de Gabinete, Federico Salvai, tiene ofertas para negociar con los peronistas dispuestos a dialogar: puestos en el Tribunal de Cuentas o en el Directorio del Banco Provincia. A la espera de la rosca.
Por ahora, desde el PJ Bonaerense se muestran críticos a la gestión de Vidal, pero sobre todo a la de Macri. Incluso, varios alcaldes del Conurbano lanzaron duras críticas a ambas administraciones y cuestionan el “modelo de Cambiemos”. Lo mismo hace el massismo, desde donde ante los medios advirtieron que “no van aprobar nada a libro cerrado”. La puja por el poder y los puestos en disputa, en este baile político, se entremezclan con las convicciones políticas, pero sobre todo con los reclamos que los vecinos les hacen a los intendentes, esa primera vidriera de la clase dirigente que tienen. La interna peronista juega también su rol. Si los intendentes del interior, más los legisladores de Unidad Ciudadana quienes, en sus cabezas y reuniones, plasman su bronca por quedar relegados de las decisiones de los del Conurbano, se animan y encaran un sistema de evidenciar a los legisladores que “jueguen para Vidal”, la pulseada será para alquilar balcones. El ring bonaerense espera su turno.
Sobre este escenario, Vidal prefiere optar por su último giro estratégico: provincializar su gestión y salir en un raid de medios amigos a lanzar declaraciones fuertes. La confirmación en inglés (otro recuerdo de los '90) que hizo Macri sobre la búsqueda de una reelección, vuelve a poner a la Gobernadora en la arena bonaerense para afinar su gestión y pensar en la búsqueda de un segundo mandato. Mientras tanto, se esperan los números definitivos de costo que absorberá la Provincia por el ajuste de Nación: se habla de entre 25 y 35 mil millones de pesos. Esas cifras, más la discusión de los Fondos y las Emergencias, serán parte del cóctel que tendrá la política bonaerense, al ritmo del baile de Macri en el país del norte y las directrices de la cortesana Madame Lagarde.
Fuente: ANDigital