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Cronos Noticias » En Foco » 12 dic 2018 09:53

Bitácoras bonaerenses

El ADN de la política de María Eugenia Vidal

Cómo es la forma que la Gobernadora y su “mesa chica” mueven sus fichas en la diplomacia política bonaerense. Los acuerdos con Massa e Insaurralde. La permanente búsqueda de la división del peronismo.


  • El ADN de la política de María Eugenia Vidal

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Por Juan Alfaro (ALFA) | @alfajuan

“Podría ser peronista”, graficó, allá por junio de 2016, un intendente del Conurbano enrolado en las filas del PJ Bonaerense. La lectura, a seis meses del inicio de la gestión de María Eugenia Vidal, no fue aislada. Es que esa “desconocida” demostró rápidamente su forma de encarar la política que, dicho sea de paso, fue distinta a la que promulgaron desde la Casa Rosada y la onda new age. Vidal y su jefe de Gabinete, Federico Salvai, tantearon el terreno y la impronta de la provincia de Buenos Aires y supieron que era vital acercar posiciones con el peronismo. “No tenemos miedo de meter los pies en el barro”, resumían desde las altas esferas de la Gobernación. El trayecto de “Mariu” sobre el tablero político en sus tres años de gobierno tuvo un eje común: el equilibrio. Este análisis se basa en el ejercicio de la política, de la rosca, de los acuerdos y disputas que tuvo con los sectores opositores, sobre todo en este 2018. Desde que se sentó en el Sillón de Dardo Rocha, Vidal no se cerró en el pensamiento que Mauricio Macri y su jefe de Gabinete, Marcos Peña, le impregnaron a la hora de la diplomacia política. Apuntó desde el vamos a tantear a los peronistas ortodoxos y renegados con el kirchnerismo, con la posibilidad de reclutarlos para el armado territorial en la vital tercera sección electoral, el territorio donde Cristina Fernández de Kirchner es más fuerte. Asimismo, la Gobernadora en persona se acercó a Sergio Massa para cimentar el “pacto de gobernabilidad” que le permitió a Cambiemos contar con el apoyo del Frente Renovador para las leyes más sensibles en la Legislatura bonaerense. Ese acuerdo costó cargos en distintos organismos de la Provincia, pero sobre todo un año en la silla de la estratégica presidencia de la Cámara de Diputados, donde Massa sentó al histórico Jorge Sarghini. Los primeros pasos.

Tras el triunfo sobre Cristina en las elecciones legislativas del 2017, y la merma de bancas que tuvo el Frente Renovador, Vidal no dudó en ampliar el espectro de acuerdos y cimentar uno con el llamado “peronismo dialoguista”, que pasó de manos de los legisladores salientes que apoyaron a Florencio Randazzo, al llamado “Bloque de los Intendentes”, conducido por el polifacético mandamás lomense Martín Insaurralde. Ese acuerdo permitió que Guido Lorenzino fuera nombrado como el Defensor del Pueblo bonaerense y que Marisol Merquel fuera elegida como Vicepresidenta I de la Cámara de Diputados, con poder dentro de la “doble firma”. Este esquema fue fundamental para la estrategia de Vidal y Salvai: la división del peronismo a la hora de votaciones trascendentales, en base a los acuerdos gestados. Esa lógica se volvió a vivir en esta última votación del Presupuesto, la Ley Impositiva y, en un tercer proyecto inédito, el Endeudamiento. Al calor del año electoral, la nueva división del peronismo volvió a poner en escena los resquemores, desconfianzas y broncas que existen en ese espacio, que sueña con la unidad y la gran PASO para elegir candidatos y poder volver a gobernar la Provincia. Divide y reinarás.

Una vez más Vidal, de la mano de Salvai, apeló a su conocida estrategia de poner sobre la mesa para la negociación de la “Ley de leyes” un paquete abultado de medidas para que la oposición saltase a estar en contra pero que, al final de las negociaciones, Calle 6 termina “cediendo” a un proyecto que, en el fondo, es el que quería aprobar. En su momento lo hizo con abultadas cifras de endeudamiento que “debió” bajar y este año fue con el paquetazo del ajuste que Nación hizo caer sobre la Provincia y que Gobernación “intentó” trasladar a los Municipios. El rol de la política real, tradicional, alejada de los conceptos new age o antiperonistas (como las de Peña y los “Newman boys”), es la que Vidal y su “mesa chica” llevaron adelante para construir consensos con la oposición y lograr la aprobación de leyes clave. Pero no sólo fue clave su mano derecha, Federico Salvai. Vidal no dudó en el 2016 en convocar al peronista (exmassista), Joaquín De la Torre, para que se sentara sobre el sillón del Ministerio de Gobierno, lugar clave para la comunicación con intendentes, en especial del peronismo. La praxis política vidalista.

Vidal negocia, acuerda, “rosquea” (como se dice en la jerga política), quizá por su origen social: una chica de clase media del barrio porteño de Flores. No tiene problemas en sacarse una foto con Mario Ishii o con Eduardo Duhalde. Vidal, sabe que el peronismo es fundamental para la “gobernabilidad”. Pero también lo combate, a fuerza de látigo y chequera. La Guerra Fría que mantiene con la intendenta de La Matanza, Verónica Magario, es una muestra. Vidal se diferencia de Macri en varios aspectos, discursivos, en cómo manejar la economía y la política, hasta en las doctrinas de seguridad: hace pocos días rechazó implementar la “Doctrina Chocobar” que impulsa la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y que apoya Macri. Para coronar el cierre del año, Vidal acordó con Massa la creación de una Comisión Bicameral que analizará la factibilidad de un desdoblamiento de las elecciones municipales de las provinciales y nacionales. Esa idea la impulsa el trigrense desde principios de año, advertido de que en su distrito (Tigre), su otrora “delfín”, Julio Zamora, decida jugar con la boleta de una hipotética candidatura de Cristina. Si bien en un principio desde Gobernación descartaron la implementación de ese cambio en el calendario, ahora habilitaron la conformación de la Bicameral que, dicho sea de paso, “no es vinculante”. Asoma sobre el escenario un viejo axioma peronista atribuido a Juan Domingo Perón: “Cuando quieras que algo no se haga, forma una comisión para hacerlo”. Sobre este escenario, entra en el juego del tablero electoral la idea de adelantar las elecciones provinciales y hacerlo en distinta fecha a las presidenciales. Fue de Calle 6 desde donde salieron los primeros trascendidos sobre esa posibilidad. En principio, las especulaciones apuntaron a una estrategia de Vidal para “despegarse” de Macri y el salvavidas de plomo que representa en las encuestas actuales. Después, se especuló sobre un mensaje de Calle 6 a La Rosada, tras el traspaso del ajuste que perjudica las arcas provinciales. Sobre estos días, aseguran desde Gobernación que recién en febrero se definirá si se adelantan o no las elecciones provinciales y que “se va a resolver de acuerdo a lo que le convenga a Mauricio y a la estrategia nacional”. De todas formas, en el fondo, Vidal sabe que es la dirigente política argentina con mejor imagen positiva e intención de voto. Cotizarse o presionar, es parte de un movimiento sobre el tablero que marca un juego dentro de la praxis política que viene demostrando MEV desde que llegó a la Provincia.

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