La relación entre La Libertad Avanza (LLA) y el PRO en la provincia de Buenos Aires atraviesa una etapa de fuerte tensión, luego de una serie de decisiones legislativas y movimientos políticos que expusieron profundas diferencias entre ambos espacios.
La alianza electoral que funcionó durante la campaña y logró buenos resultados principalmente en octubre comenzó a resquebrajarse tras la asunción de los nuevos representantes, especialmente en el ámbito legislativo y municipal.
Desde el entorno libertario señalan que el PRO sostuvo durante la campaña un discurso alineado con el Gobierno nacional y con la narrativa de ajuste del Estado, pero que una vez asumidas las bancas adoptó conductas que contradicen ese posicionamiento. En LLA cuestionan que dirigentes amarillos hayan acompañado iniciativas del oficialismo provincial y de intendentes peronistas, priorizando según su mirada, acuerdos de poder por sobre la coherencia política.

Uno de los episodios que detonó el conflicto fue la votación en la Legislatura bonaerense que habilitó la ampliación del directorio del Banco Provincia y la toma de deuda del Ejecutivo de Axel Kicillof. El PRO acompañó la iniciativa junto al peronismo y la UCR, lo que generó un fuerte malestar en la conducción libertaria, que se preparaba para consolidarse como la principal fuerza opositora en la Provincia.
El malestar se trasladó también a los Concejos Deliberantes, donde se repitieron situaciones que profundizaron la distancia entre ambos espacios. En varios distritos, concejales del PRO votaron presupuestos, aumentos de tasas o acuerdos institucionales con intendentes peronistas, decisiones que LLA considera incompatibles con los lineamientos del frente que compartieron durante la campaña.
Desde La Libertad Avanza sostienen que el conflicto no es ideológico sino de comportamientos políticos. Aseguran que mientras buscan construir una alternativa de poder alineada con las ideas del presidente Javier Milei, el PRO intenta preservar espacios de influencia en el Estado, aun a costa de acuerdos con el oficialismo provincial y municipal.

Del lado del PRO, en tanto, minimizan la crisis y señalan que se trata de diferencias propias del funcionamiento legislativo. Sin embargo, puertas adentro reconocen malestar por las advertencias públicas de LLA y por la intención de los libertarios de imponer una disciplina política estricta que limite la autonomía de sus socios circunstanciales.
En ese contexto, la disputa parece exceder los episodios puntuales y proyectarse hacia el escenario electoral de 2027. Las tensiones entre LLA y el PRO dejan al descubierto una competencia latente por el liderazgo de la oposición en la provincia de Buenos Aires y anticipan un reordenamiento político que podría redefinir alianzas y estrategias en los próximos años.