En el marco del Día de la Militancia Peronista, el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, encabezó un significativo acto en la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) junto a referentes de la Juventud Universitaria Peronista (JUP). El evento, que marcó la asunción de nuevas autoridades juveniles, sirvió como plataforma para que el mandatario acelerara su pulso político y profundizara su intento de liderar el nuevo mapa peronista. Con la melodía cambiada y bajo la consigna de "patear la mesa" si fuera necesario, Kicillof se sintió "como pez en el agua" en un ámbito que le resulta cómodo, llamando a la "actualización" y "puesta a punto" de la doctrina histórica para afrontar los desafíos del presente.
Sin embargo, la celebración en la UNQ estuvo marcada por una "ausencia ruidosa": la de la intendenta de Quilmes y diputada electa, Mayra Mendoza. Este faltazo no fue un dato menor, sino la cristalización de una creciente fricción interna que resalta las distancias entre el Gobernador y La Cámpora, la organización a la que pertenece Mendoza y que históricamente ha sido un pilar del cristinismo. El hecho de que la intendenta no estuviera presente en un acto de tal envergadura en su propio distrito subraya las cruces en las viejas partituras del peronismo bonaerense.
La tensión con la intendenta Mendoza se hizo pública apenas 48 horas antes del acto de la JUP, y en el mismo escenario de la UNQ. En aquella ocasión, Mayra Mendoza había cuestionado duramente al gobernador por la "falta de fondos" destinados a los municipios en el proyecto de Presupuesto que Kicillof envió a la Legislatura. Este reproche público fue un claro indicio de la insatisfacción y el malestar que existe en el sector que responde a Máximo Kirchner, y evidenció la falta de alineamiento total en temas clave de gestión, poniendo de relieve la disputa por los recursos y el poder territorial.

El discurso de Kicillof en Quilmes resonó como una reafirmación de su proceso de emancipación política. El gobernador convocó a "animarse a discutir los temas de fondo, ser críticos y, si hace falta, patear la mesa, patear la puerta, transformar y cambiar las cosas". Este llamado a la "actualización" del peronismo, que ya había insinuado dos años antes al hablar de la necesidad de "componer una canción nueva", se da ahora con mayor volumen y sin matices, en un contexto donde ya no tiene la misma dependencia política de Cristina Kirchner.
En una de las frases más significativas, que muchos interpretaron como un dardo directo a la cúpula cristinista, Kicillof afirmó: "Esto no se arregla con un pensamiento que baje de ningún lado, esto se construye pensando, representando democráticamente, participativamente, entre todos y todas". Esta declaración, que invita a la reflexión y a la participación abierta, choca frontalmente con el modelo de conducción verticalista asociado al cristinismo y a La Cámpora, quienes históricamente han sido señalados por bajar "línea" política a la tropa. El gobernador busca así validar una construcción horizontal y más democrática.

El acto en la UNQ no solo fue un ejercicio de autoridad en la provincia, sino que también se enmarcó en el lanzamiento de Kicillof a la construcción de una alternativa nacional de cara a las elecciones de 2027. La insistencia en "liderar una construcción nacional del peronismo" y en "la construcción del futuro de la Argentina" con él como potencial candidato a la presidencia, termina de trazar una línea divisoria con los sectores que aún no lo reconocen como el principal referente opositor. En este camino, la tensión con La Cámpora se vuelve estructural, ya que se disputa el control ideológico y territorial del peronismo que se opone al gobierno de Javier Milei.
Finalmente, el Gobernador aprovechó la tribuna universitaria para destacar el rol de la militancia y la defensa de la educación pública y gratuita, al afirmar que "no hay proyecto nacional con justicia social si no defendemos la universidad pública". Aunque el entorno del gobernador intentó bajarle el tono a la ausencia de Mayra Mendoza, señalando que la actividad tenía un "perfil estrictamente institucional", el evento, con la notoria grieta exhibida, sirvió para mostrar el desafío de Kicillof de reorganizar el peronismo bonaerense sin contar necesariamente con la anuencia y el control de La Cámpora.