viernes, 7 de noviembre de 2025 - Edición Nº3326
Cronos Noticias » Nación » 7 nov 2025 11:14

Falta de preparación

La insólita queja de Reichardt por el formato y la “letra chica” del reglamento en Diputados de la Nación

Una diputada nacional electa de La Libertad Avanza admitió que no leyó el reglamento del parlamento argentino porque “es largo y aburrido”. La insólita confesión desató críticas por su falta de preparación y encendió el debate sobre el nivel de formación de los nuevos legisladores libertarios.


  • La insólita queja de Reichardt por el formato y la “letra chica” del reglamento en Diputados de la Nación

El paso de Karen Reichardt de los escenarios al Congreso parece decidido a dejar titulares más que leyes. La diputada de La Libertad Avanza electa en octubre por la Provincia de Buenos Aires volvió a quedar en el centro de la polémica tras admitir, entre risas, que no leyó el reglamento de la Cámara de Diputados porque “es largo, tedioso y de letra chiquita”. La confesión, lejos de ser un gesto de honestidad, se transformó en un símbolo de la liviandad con la que parte de la nueva camada libertaria asume sus responsabilidades institucionales.

El reglamento que Reichardt consideró aburrido no es un texto decorativo: regula el funcionamiento del Congreso, establece los deberes de los legisladores y marca los límites del debate parlamentario. Es, en definitiva, el manual que garantiza la legalidad y el orden en la Cámara Baja nacional. Pero para la flamante diputada, esa “letra chiquita” no parece merecer la atención que exige el cargo que ocupará. “Lo leeré el fin de semana”, prometió con tono descontracturado, como si se tratara de una novela pendiente.

El episodio ocurrió pocos días después de que los nuevos legisladores libertarios recibieran el reglamento junto con la Constitución Nacional, durante un encuentro en Casa Rosada encabezado por Karina Milei. Lo que debía ser un gesto institucional terminó en papelón: la anécdota recorrió las redes y reavivó las críticas sobre la falta de preparación y seriedad de algunos de los referentes del espacio oficialista.

Reichardt, exvedette, conductora y empresaria, llegó al Congreso sin experiencia política, pero con la bendición directa del presidente Javier Milei, que la presenta como ejemplo de la “renovación ciudadana”. Ella misma reivindica su condición de “ciudadana común” y afirma que no busca “convertirse en una política tradicional”. Sin embargo, su desprecio por los procedimientos legislativos expone una peligrosa confusión entre espontaneidad y desconocimiento.

Lejos de hacer autocrítica, la diputada que asumirá el 10 de diciembre optó por reforzar su estilo mediático. En entrevistas recientes, habló de astrología para explicar sus decisiones (“soy Géminis, nunca sé, pero mi ascendente en Capricornio me da certidumbre”) y repitió frases de campaña sin sustento técnico sobre la reforma laboral y la “modernización del Estado”. Su discurso, plagado de lugares comunes y eufemismos, parece más cercano a un panel de televisión que a un debate parlamentario.

No es la primera vez que Reichardt trivializa la función pública. Meses atrás había calificado a un sector del electorado opositor como “una enfermedad mental”, y en varias oportunidades celebró el ajuste económico sin dimensionar su impacto social. Su desprecio por el reglamento no sorprende, pero sí confirma una tendencia preocupante: la normalización de la ignorancia como virtud dentro de algunos sectores de la política libertaria.

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