En los destinos turísticos bonaerenses, el calendario de celebraciones populares no sólo cuenta historias: las cocina con la paciencia de las elaboraciones de campo. Cada encuentro guarda en su aroma una identidad distinta, una forma de reunir a la gente en torno al fuego o al horno, a las tradiciones. En Coronel Rosales y en Salto, dos fiestas gastronómicas dibujan un mapa de identidades que huelen a pueblo, a casa, a sobremesa compartida.
Mar y campo, la fiesta de la comida al disco
En el sur bonaerense, donde el horizonte mezcla reflejos de agua con llanuras doradas, el 8 y 9 de noviembre, Coronel Rosales despliega una celebración que combina salitre, brasas y fraternidad. Cada edición la Plaza Carrasco celebra la Fiesta de Comida al Disco - A Mar y Campo que transforma al distrito en un gran escenario culinario, donde la paciencia se cuece junto al aroma de la leña.
Desde el amanecer, cocineros, familias y curiosos se congregan en torno a los fuegos que laten al ritmo del viento costero. Ollas ennegrecidas, cucharones de madera y hierbas frescas se unen en un ritual que rescata el sentido más profundo de la cocina: compartir. El humo asciende formando dibujos en el aire mientras cuchillas relucen bajo el sol y los ingredientes bailan dentro de los discos.

“Una comisión de vecinos se puso al hombro la organización del evento en articulación con cultura y turismo de la localidad. Tenemos objetivos claros, y cada año queremos superarlos. Los participantes tienen que presentar platos diversos sin repetirlos, espectáculos atractivos como música o exposiciones de autos y motos. Una propuesta amplia para disfrutar un fin de semana en familia”, contó Martín Goslino, miembro de la comisión organizadora.
Cada preparación es una historia. Algunos recrean guisos camperos heredados, otros ensayan mezclas audaces donde los productos del Atlántico se funden con recetas de estancia. Pulpo, chorizo, langostinos, vegetales y especias conviven bajo una sinfonía de chasquidos.
El público recorre los puestos, degusta porciones generosas, elige su favorita y comenta secretos de condimentos o tiempos de cocción. Nadie queda afuera: hay cazuelas marineras, carnes estofadas, risottos criollos y hasta opciones vegetarianas que sorprenden por su sabor intenso. La combinación entre lo marítimo y lo rural genera una alquimia inconfundible, tan propia del paisaje como la brisa salada que sopla desde Pehuen Co “Una vuelta de tuerca a los platos tradicionales al disco, la gente explora sabores distintos y está predispuesta a sorprenderse. La idea es que sea diferente a lo clásico. El año pasado hice sorrentinos al disco y salió muy bien” , expresó Carla Spurio, participante de la fiesta.
Mientras tanto, artesanos locales exponen tejidos, piezas talladas, cuchillería y objetos nacidos del oficio cotidiano. El mate pasa de mano en mano y la jornada se extiende entre risas y abrazos. Coronel Rosales demuestra que el fuego no sólo cocina, sino que también une “Hay mucha preparación previa, todos los años esperamos una gran convocatoria” , agregó.
Salto, la fiesta de la tortita negra
A orillas del río que da nombre al pueblo, Salto se despierta temprano. Los panaderos amasan, las panaderías perfuman el aire y las calles se llenan de un murmullo alegre. La Fiesta de la Tortita Negra es mucho más que una celebración gastronómica: es un homenaje a la ternura cotidiana, a ese sabor que acompaña meriendas, infancias y tardes de charla.
Durante un fin de semana, la localidad se transforma en un enorme obrador. Las mesas se cubren de harina, las manos se mueven sin pausa, los hornos arden con paciencia y las bandejas se multiplican. El azúcar quemado y las tortitas recién salidas irradian un aroma irresistible que se mezcla con la música del escenario principal.

“Nació en 2014 como resultado de un proceso de desarrollo comunitario impulsado por la municipalidad. El objetivo inicial fue revalorizar las raíces locales, fortalecer la identidad comunitaria y proyectar la historia hacia el futuro, tomando como símbolo a la tradicional tortita negra que desde hace más de 80 años se elabora en la panadería de José “Pepe” Frami, vecino emblemático de la localidad”, contaron desde la Dirección de Cultura local.
La Fiesta tuvo su primera celebración el 23 de noviembre de 2014, con la participación de artistas locales, instituciones intermedias y una feria de emprendimientos sociales que convocó a unas 300 personas. Con el correr de los años, el evento creció sostenidamente hasta reunir en 2021 a más de 10.000 visitantes. “La fiesta tiene un profundo efecto en el tejido social de la comunidad: preserva  el patrimonio con la tortita negra, símbolo identificatorio de Berdier, y fortalece el sentido de pertenencia de sus habitantes y logramos una atracción turística” , detalló Lisandro Goganardi, delegado local.
La edición 2025 se celebrará el 16 de noviembre y contará con más de 150 feriantes de emprendimientos sociales, artesanías, gastronomía y producción regional. Además, se realizará el tradicional Concurso de la Tortita Negra, en categorías Profesional y Amateur, con la participación de un jurado especializado. “Creemos que en cada edición, además de hacer muchas docenas de tortitas negras, se cocina a fuego lento un futuro prometedor para el pueblo” , enfatizó Lisandro.
Un hito cultural y turístico de la región, que refuerza el sentido de pertenencia, dinamiza la economía local y proyecta la identidad de Pueblo Turístico Berdier hacia toda la Provincia. En la plaza central, una multitud prueba versiones clásicas y otras reinventadas con dulce de leche, crema o coco. Panaderías centenarias abren sus puertas mostrando hornos antiguos, fotografías de abuelos inmigrantes y recetas escritas a mano. Cada pieza horneada guarda una historia familiar, una herencia transmitida entre generaciones.

El concurso para elegir la tortita más sabrosa despierta sonrisas y recuerdos. Los jurados locales recorren puestos, observan texturas, prueban migas, comentan detalles y coronan a los mejores. Al mismo tiempo, grupos de danzas folklóricas, bandas escolares y coros de vecinos amenizan el encuentro. No faltan el mate compartido, las ferias artesanales, ni los paseos guiados que narran la historia del pueblo.
Entre sabores y recuerdos
Las rutas que conectan Coronel Rosales y Salto parecen un hilo invisible que une fuego y harina, mar y río, salado y dulce. En un extremo, el hierro caliente; en el otro, el azúcar tostado. Dos celebraciones distintas, un mismo espíritu hospitalario.
Destinos que demuestran: la provincia de Buenos Aires no sólo se recorre con la vista, sino con el olfato, el gusto y la emoción. Allí donde se cocina, se conversa; donde se amasa, se recuerda; donde se festeja, se comparte.
Viajar por la Provincia Bonita Argentina es descubrir que cada pueblo guarda su receta para vencer el olvido: una olla, un horno, una mesa larga y el deseo constante de encontrarse. Porque, al final, ningún lugar sabe igual después de probarlo.