De cara a las elecciones legislativas de medio término del próximo 26 de octubre, La Libertad Avanza (LLA) lanzó un nuevo eslogan de campaña: “La Libertad Avanza o Argentina retrocede”. Lejos de generar entusiasmo o adhesión, la frase fue rápidamente cuestionada en redes y por analistas, debido a su ambigüedad gramatical y falta de contundencia política. El lema apunta a reforzar la idea de un oficialismo nacional como única opción viable, pero el resultado parece haber sido el contrario: más dudas que certezas.
Este no es el primer tropiezo comunicacional del espacio libertario. En la provincia de Buenos Aires, durante las elecciones bonaerenses, habían apostado por un eslogan duro: “Kirchnerismo nunca más”. Aunque buscaba polarizar con el peronismo, el lema no logró movilizar votos y la derrota fue categórica. El resultado dejó perplejos incluso a los propios estrategas libertarios, que esperaban un batacazo y terminaron con un duro revés.
El nuevo lema, lejos de corregir errores pasados, abre otro flanco de críticas, esta vez por su formulación gramatical. En particular, por el uso de la conjunción “o”, que en español puede indicar tanto una alternativa (“mate o cafe”) como una equivalencia (“San Martín, o el Libertador”). Esta ambigüedad, que en literatura puede ser enriquecedora, en política puede resultar un error fatal.

¿A qué apunta entonces la frase “La Libertad Avanza o Argentina retrocede”? ¿Es una advertencia de tipo “o nosotros o el caos”? ¿O está diciendo, sin querer, que avanzar con la Libertad significa que el país retrocede? se preguntarán desde la militancia libertaria. Algunos usuarios en redes fueron lapidarios: “A medida que la Libertad Avanza, la Argentina retrocede… ¿quién les hace la campaña? ¡Los está cagando hermano!”, escribió uno de ellos, reflejando el desconcierto general.
Desde un punto de vista técnico, la conjunción “o” suele usarse de manera disyuntiva, es decir, para presentar dos opciones mutuamente excluyentes. Sin embargo, también puede funcionar como apositiva o explicativa, lo que añade confusión. Sin una puntuación clara o un contexto preciso, el eslogan queda atrapado entre dos lecturas: una de confrontación política y otra que sugiere involuntariamente una equivalencia incómoda.
En la era de la política como espectáculo, donde cada palabra cuenta, un error de redacción puede tener consecuencias serias. Lejos de ser un detalle menor, la falta de claridad en un lema puede debilitar una campaña, erosionar el mensaje central y sembrar dudas incluso entre los propios votantes. En este caso, la apuesta del oficialismo libertario parece más un tropiezo retórico que una jugada estratégica.
La pregunta final queda flotando en el aire: ¿falla de comunicación o síntoma de desorientación política? Después de un primer intento fallido en provincia de Buenos Aires, la insistencia con otro eslogan flojo refuerza la sospecha de que la campaña de LLA no encuentra el tono. Y si el lema es confuso, el retroceso tal vez no sea el de Argentina, sino el de quienes insisten en tropezar con la misma palabra.