En plena cuenta regresiva hacia las elecciones legislativas bonaerenses del 7 de septiembre, y mientras el gobierno de Javier Milei enfrenta cuestionamientos por presunta corrupción en la Agencia Nacional de Discapacidad, se desató otra interna fuerte dentro del peronismo provincial. La vicegobernadora Verónica Magario cruzó públicamente a Máximo Kirchner y reavivó tensiones en el corazón del oficialismo bonaerense.
La chispa se encendió tras la difusión de un video en el que Máximo Kirchner cuestiona al gobernador Axel Kicillof por la forma en que reparte los fondos entre los municipios. "Que ponga el mismo dinero en Quilmes que en La Plata", dijo el diputado durante un acto en el municipio gobernado por Mayra Mendoza, donde se inauguró un nuevo polideportivo.
Magario no tardó en responder y en una entrevista con Futurock djio: "Si el Gobierno nacional pagara lo que debe, el gobernador podría invertir en los 135 municipios, no solamente en Quilmes". De esa manera, trasladó la responsabilidad hacia la administración nacional, desmarcando al gobierno provincial del reclamo.
La vicegobernadora defendió el manejo de fondos de Kicillof y sostuvo que no hay favoritismos. "El gobernador invierte muchísimo en el interior y en el conurbano. Quilmes recibió inversión, igual que Lanús, que La Matanza", aseguró. También evitó confrontar de forma directa con Máximo: “Yo no juzgo los dichos de los demás, creo que hoy todos tendríamos fue estar mirando a quién destruye el país”, aclaró.
Sin embargo, Magario aprovechó el foco mediático para apuntar con fuerza contra el presidente Javier Milei. Dijo que la campaña del PJ bonaerense está centrada en frenar al actual mandatario, a quien acusó de haber “pasado todos los límites”. Y fue más allá: "A este Presidente no le duele que un jubilado se muera de hambre", lanzó.
Así, mientras el oficialismo nacional navega por un escándalo que ya salpica a la gestión, en territorio bonaerense el peronismo se sacude con fuego amigo. Las tensiones internas suman ruido en un momento clave, donde la unidad parece más una consigna electoral que una realidad política.