Desde los primeros avances, los fanáticos de la novela gráfica original escrita por Héctor Germán Oesterheld expresaron opiniones divididas. Algunos celebraron la ambiciosa producción de Netflix y la promesa de una adaptación fiel al espíritu de la obra. Otros, en cambio, manifestaron su escepticismo ante los desafíos de trasladar un universo tan particular y arraigado en la idiosincrasia argentina a una audiencia global.
Uno de los aspectos que más llamó la atención fue el despliegue de efectos especiales. La misteriosa nevada tóxica que cubrió Buenos Aires y las amenazantes criaturas que acecharon a los protagonistas fueron recreadas con un nivel de detalle que impresionó a muchos. Si bien algunas voces criticaron ciertos aspectos puntuales, la producción en general recibió elogios por su ambición visual y por lograr construir una atmósfera opresiva y desoladora.

Más allá de la gran actuación de Ricardo Darín, la elección del elenco también suscitó un intenso debate. Las interpretaciones de los actores principales fueron objeto de análisis y comparaciones con la imagen que los lectores construyeron a lo largo de los años. Algunos consideraron que los actores capturaron la esencia de sus personajes, mientras que otros creyeron que faltó profundidad o conexión con el material original.
Más allá de las cuestiones técnicas y de interpretación, la serie provocó una importante repercusión cultural. El debate sobre la identidad argentina, la resistencia ante la adversidad y los paralelismos con momentos históricos del país resurgieron con fuerza en redes sociales y medios de comunicación. La adaptación de Netflix sirvió como una puerta de entrada para que nuevas generaciones conocieran la obra de Oesterheld y reflexionaran sobre sus temáticas atemporales.

Uno de los mensajes centrales que la serie transmitió con fuerza fue la importancia de la solidaridad y la acción colectiva ante la catástrofe. La lucha por la supervivencia en un mundo hostil demostró la necesidad de la unión y el apoyo mutuo. En este contexto, la emblemática frase "nadie se salva solo" cobró una relevancia particular, resonando con la esencia misma de la obra original y recordando la fuerza que reside en el nosotros frente a la adversidad. La adaptación puso de manifiesto cómo los lazos humanos y la colaboración resultaron cruciales para enfrentar un enemigo implacable y una amenaza existencial.
En definitiva, la adaptación de "El Eternauta" por Netflix marcó un hito en la producción audiovisual argentina. Si bien no escapó a la polémica y a las diversas interpretaciones, consiguió poner en el centro de la conversación una historia fundamental de la cultura nacional y demostró el potencial de las producciones locales para alcanzar audiencias globales. El legado de Oesterheld resonó una vez más, ahora a través de la pantalla, generando nuevas lecturas y perpetuando la vigencia de su obra, cuyo mensaje de unidad y resistencia quedó grabado en la memoria de los espectadores.