Los habitantes de la provincia de Buenos Aires ya no tienen paz, realizar actividades cotidianas como salir a la calle para comprar en negocios de cercanía, ir a estudiar o trabajar, se transformaron en acciones de alto riesgo. En cualquier horario los vecinos pueden ser víctimas de violentos ataques callejeros con fines de robo.
En las primeras horas de este viernes dos hombres que se dirigían a cumplir con sus obligaciones laborales, padecieron asaltos con una combinación brutal de modalidades: motochorros pirañas.
Pocos minutos después de las 6 y cuando caminaba por la calle Thomas Edison en Isidro Casanova, un hombre fue rodeado por seis rastreros encapuchados que se movilizaban en tres motos con las que subieron a la acera.
Los ladrones exhibieron armas de fuego y amenazaron a la víctima para que les entregue la mochila y los elementos de valor. El hombre no se resistió al humillante bolsiqueo pero cuando les pidió que no le arrebaten los documentos y la ropa de trabajo, los malandras le respondieron con culatazos en la cabeza y golpes en la espalda a la altura de la cintura.
Pero la noche habría comenzado en Villa Luzuriaga y en cercanías de la Plaza Atenas, el "pago chico" de los cobardes que solo atacan en patota.
Alrededor de las 4:45 la organización criminal circulaba por la calle Guido Spano cuando detectaron a un muchacho que salió de su domicilio para ir a trabajar.
La víctima los visualizó cuando se acercaban y se tranquilizó al ver que la primera moto siguió de largo y lo ignoró, pero la situación cambió con las otras dos que arribaron instantes después.
Los que viajaban como pasajeros saltaron de los vehículos y con las armas de fuego apuntaron a la cabeza del joven que permaneció quieto para evitar represalias.
El primer motochorro le dio un golpe en la nuca y le arrebató la mochila, el segundo hizo lo propio con el teléfono celular que tenía en el bolsillo. Como despedida le dieron otro golpe en la nuca aunque no fue el del final: a la carrera llegó el pasajero de la moto que había seguido de largo y le dio una ofendida cachetada porque no participó del asalto.
El trabajador los observó escapar en sentido a la Av. Cristianía y regresó a la vivienda, apesadumbrado, aunque agradecido por estar vivo.