La sangrienta interna en el espacio trajo consecuencias. Patricia Bullrich sufrió un lapidario revés en las urnas que consagraron a Sergio Massa, “el ministro del 140 % de inflación, 40 % de pobreza y dólar a $ 1.000”.
Pero además, ofició de salvavidas de plomo y en la provincia de Buenos Aires arrastró a intendencias que eran bastiones de los valores del cambio.
Lanús –el distrito del candidato gobernador que no quedará en la historia-, Bahía Blanca, Olavarría y Azul le fueron arrebatados a Juntos por el Cambio. El cimbronazo podría ser peor cuando el miércoles la Junta Electoral comience el recuento definitivo en La Plata, ciudad capital que puede volver a manos del peronismo.
La implosión presagiada en la propia coalición semanas atrás, comenzó en la noche del domingo. Las primeras esquirlas se vieron en la madrugada del lunes.
Recientemente derrotado, el ahora exintendente de Olavarría, Ezequiel Galli -gobernaba desde 2015- desconoció a Mauricio Macri como líder de Juntos por el Cambio.
Macri perdió políticamente, ¿pero ganó ideológicamente? Un enigma que, quizás, pueda develarse en el futuro cercano. Los coqueteos con Javier Milei a lo largo de la campaña -como suele decirse en la calle - van a traer cola.
Radicales a la deriva, habiendo perdido intendencias. Mordiendo el polvo de la derrota, sin candidatos propios, ni a gobernador ni a presidente.
¿Barajar y dar de nuevo será la premisa? El partido boina blanca entró en estado de ebullición. Aparecieron los primeros correligionarios en plantar bandera y aclarar que no piensan acompañar al libertario en el ballotage.
“No cuenten conmigo para votar a Milei”, anticipó el histórico dirigente de la UCR, Facundo Suárez Lastra. El debate boina blanca se acentuará en los próximos días. Una nueva interna radical está por emerger.
La discusión electoral se enfocará en el 19 de noviembre y futuro presidente. Pero en las fuerzas políticas que conforman Juntos por el Cambio, el acalorado debate será otro.
Por Nicolás S. Alonso