En la tarde del martes, alrededor de las 18:15, Víctor llegó a su casa con sus hijos, de 15 y 12 años, y los tres fueron víctimas de un rápido asalto. El hombre estacionó el vehículo familiar en la entrada de su domicilio ubicado en 25 de Mayo al 2000, en la localidad de Llavallol, cuando fue sorprendido por los malvivientes.
La adolescente abrió el portón de la vivienda y esperó por su hermano que descendió con lentitud del asiento trasero. En ese momento Víctor se dio cuenta lo que estaba por ocurrir, tuvo la certeza que el sujeto que escondía una mano bajo la ropa y caminaba hacia ellos desde la calle Aragón, les iba a robar.
Sin levantar la voz y sin perder la calma, Víctor le pidió a la hija que entrara a la finca y al nene que vuelva al auto. Pero la suerte ya estaba echada, el sospechoso se le abalanzó, le apoyó un arma de fuego en la espalda y lo sujeto desde atrás.
El cómplice le sacó el teléfono celular al nene y luego se acercó a apoyar a su compañero. Entre los dos exigieron la entrega de las llaves del auto, la billetera y el teléfono del padre.
Víctor no se resistió y levantó las manos como señal de obediencia, lo mismo hizo el chico de 12 años, y el ladrón los obligó a que las bajen para no llamar la atención de los automovilistas y los vecinos.
A continuación sin dejar de exhibir la pistola, les indicó que entren a la propiedad y le arrebató el teléfono a la chica. En 30 segundos los hampones huyeron en el auto sustraído en dirección a la avenida Gral. Frías y luego hacia la ruta 205.
Los vecinos de la zona aseguran que la inseguridad en la zona se debe a que no hay presencia policial y que en el Destacamento no hacen nada.
"Los asaltos ocurren a toda hora del día, a los que van a trabajar o estudiar los roban en la calle o en la parada de colectivos. No se puede vivir más así", se quejan. "Muchos de los ladrones son del barrio Victoria o llegan desde otras localidades porque saben que hay zona liberada por la policía", denuncian.