En la Provincia arrancó la cuenta regresiva

Tanto en el oficialismo gobernante como en las fuerzas políticas de la oposición tienen una considerable expectativa después del sorpresivo resultado de las PASO. 

En la previa a que comience la elección general de renovación legislativa -que se ha transformado en una suerte de virtual segunda vuelta electoral después de las primarias de septiembre- el oficialismo y las fuerzas de oposición miran de reojo las encuestas. Unos desconfían de los malos augurios y otros de los buenos.

En la Provincia, como en la Nación, el Frente de Todos tras la derrota inesperada en las PASO y unos cuantos días turbulentos, se enfocó en una campaña electoral agresiva, en busca de los votos perdidos, ocupando el centro de la escena y la agenda de discusión pública.

El gobernador Axel Kicillof y su equipo ministerial llegan a esta instancia electoral decisiva después de emprender un fuerte trabajo de hormiga territorial, desplegando la aceitada maquinaria gubernamental básicamente en el conurbano bonaerense, donde la pobreza, la falta de trabajo y la inseguridad son moneda corriente, más allá incluso, de las perspectivas de reactivación económica. 

En líneas generales, los oficialismos siempre deben hacer un esfuerzo adicional porque siempre se les pide más por estar al frente del gobierno. Y los  períodos preelectorales siempre se viven así.

La estructural crisis de seguridad ciudadana que padece la Provincia desde hace décadas sigue sumando horrorosos capítulos delictivos, al igual que planteos “oportunistas” propios de la agenda política sobre la inseguridad en el Gran Buenos Aires, potenciados en los últimos días por el crimen de un kiosquero durante un robo en Ramos Mejía por el “aparato mediático porteño junto a la crítica sostenida sobre la gestión oficialista”, según amplifican desde la Gobernación de calle 6.

En cambio, la oposición de Juntos, que logró salir airosa de su compulsa interna y ganar en territorio bonaerense, apenas bajó la espuma de los festejos, tuvo que elaborar una estrategia de campaña que le permitiera llegar hasta estos días del almanaque, con las chances intactas de, por lo menos, repetir el resultado.

En este último caso el camino fue más desafiante, a lo que se le sumó la complejidad interna, con un radicalismo fortalecido, marcando diferencias en miradas y estrategias, y un ala dura del PRO que dejó en claro, con la reaparición protagónica del expresidente Mauricio Macri, que no será un hueso fácil de roer.

El dilema de Juntos fue insistir con la agenda de campaña de las PASO, que tuvo éxito, o descansar en los errores no forzados del Gobierno que, por cierto, no fueron pocos. 

Finalmente lo que ocurrió, es que desde la oposición hicieron la “plancha”, contando los días y casi en punta de pie para llegar hasta ahora con la situación más o menos igual que luego de las PASO.

El malhumor social, agravado por la pandemia, hizo que el electorado patee el tablero político gubernamental. La inseguridad y la pérdida del salario real parecen haber sido los principales argumentos discursivos de Juntos, y desde el campamento opositor pensaron que, si estas dos variables no sólo no mejoraron sino que empeoraron, el trabajo de la campaña se haría solo.

Este domingo, a partir de las 21, se verá quién tuvo razón. O quién acertó en el tramo final de una campaña extensa, desgastante, y de muy baja calidad política. Que seguramente pasará a la historia -pero no será recordada- nada más que por una cuestión estadística.

Las elecciones legislativas 2021 son consideradas claves, no sólo para la futura composición parlamentaria sino para la gobernabilidad de los próximos dos años de Kicillof.

En lo que va del año, la actividad legislativa naturalmente fue atravesada por el proceso electoral. Una vez concluido el calendario en las urnas se acerca la discusión por el Presupuesto y Ley Fiscal por lo que se presume, no pocos funcionarios de la Gobernación deberán sentarse a “consensuar” con referentes parlamentarios de la oposición para lograr la sanción de “ley de leyes” en la Legislatura. 

De hecho, el jefe de Gabinete, Martín Insaurralde, ya comenzó a tejer acuerdos preliminares con legisladores que puedan apoyar la previsión de recursos y gastos que necesita el Ejecutivo bonaerense.

La obra pública, por lo que puede generar en términos de creación de empleo, será uno de los ejes centrales del paquete presupuestario anual. Oficialmente se indica que, habiendo dejado atrás lo peor de la pandemia, la administración Kicillof ingresó en una “etapa de transición” entre un Estado de contención destinado a reducir el impacto de la pandemia, y un Estado que reconfigure el sentido de las políticas públicas y se convierta en impulsor de una “reconstrucción transformadora” en ámbito bonaerense. 

Entendiendo la cruda realidad económica pero, a su vez, haciendo una proyección a futuro, se dice que, “la reconstrucción transformadora tiene como eje central la necesidad de integrar a la Provincia, en un sentido amplio”

En ese sentido, el ministro de Hacienda y Finanzas bonaerense, Pablo López, explicó que se trata de "integrarla logísticamente, para lo cual estamos llevando adelante una enorme inversión para que las rutas y los caminos rurales estén en buen estado, como así también para mejorar los accesos a puertos y sectores industriales”.

Y agregó que también se debe "integrarla productivamente, haciendo que campo e industria abandonen la falsa dicotomía entre ellos y se potencien”¨a la vez que remarcó la importancia de "integrarla socialmente, que es igual de importante, y sólo será posible a través del fortalecimiento del rol del Estado, la mejora de la infraestructura educativa y sanitaria, y la asistencia e inclusión a sectores vulnerados".

El titular de la cartera económica provincial sostuvo finalmente que el objetivo es también "alcanzar una integración digital, que cierre la brecha en el ámbito educativo, productivo y estatal”.

Por Ricardo Salas

Fuente: lanueva.com