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Cronos Noticias » Sociedad » 26 jul 2017 13:36

Problemas contemporáneos

Algo de humor: mi médico es Google

A la distancia, cuando pasan los años, el ataque de pánico es una risa. No podés creer que alguna vez fuiste tan pelotudo que pensaste que te morías porque tenías una pierna dormida.


  • Algo de humor: mi médico es Google

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Por Hago lo que puedo

Sin embargo, pasa. La mente humana, o la subhumana como la mía, muchas veces te juega una mala pasada.

Lo cierto es que en el momento que te sucede es espantoso: te aparece un síntoma cualquiera: un mareo momentáneo, un dolor de huevos, una sensación de hormigueo y ahí acudís al médico de cabecera de la nueva era: el Dr. Google.

Está claro que se trata de un error grosero. La racionalidad indica que debemos acudir al especialista, al tipo que estudió un mínimo de 6 años para saber qué joraca le pasa al cuerpo humano y no a un forista trasnochado de la red. Pero también sabemos que hay un complot de los médicos para darte turno para dentro de un mes, cuando ya no te pasa nada y estás tomando mate en la plaza. Todo para que no les rompan las pelotas.

También está la chance de ir a la guardia de cualquier hospital o clínica pero todos sabemos lo que son esos lugares hoy en día. Una tarde perdida y la vergüenza de sentarte al lado de tipos que vienen con un balazo en el pecho o tres dedos en un frasco con hielo y vos todo cagado porque te late un poquito el párpado. Papelones no, muchachos.

Y ahí aparece la solución: la consulta casera en Google.

Lo malo del famoso buscador es que siempre en los primeros resultados que aparecen son de enfermedades terminales asociadas a tus síntomas. Un poco porque la sintomatología se parece mucho tanto en cosas graves como en pavadas, y otro poco porque en la red escribe cualquier perejil. Este texto es prueba de ello.

La verdad es que basta con googlear “estornudo” para empezar a tallar tu lápida.

Recuerdo que, hace unos 15 años, sufrí un ataque de pánico groso. Sentía que me temblaban las piernas y, quizás influido porque escribía muchas notas de salud, me convencí de estaba al horno y me moría.

Durante un mes, quizás un poco más, tuve esclerosis, cáncer, una cardiopatía severa, mononucleosis, aftosa, mal de chagas, un virus informático, entre otras. Lo que salía en Internet o en el diario, yo lo tenía. En el medio me hice varios análisis y todos concluyeron en el mismo diagnóstico: “Andá al psicólogo, pibe”.

Antes de eso, hablé con mi mamá y le dije que le dejara mis bienes para mi mujer. Imaginen la cara de mi vieja, quien tuvo la deferencia de no cagarse de risa. Y eso que daba para mearse encima. En primer lugar porque mis bienes se reducían a medio Ford Ka base y una paleta de paddle y, en segundo, porque sabía que lo único que tenía realmente era un cagazo tremendo. Pero se puso seria y me dijo: “Tenés un ataque de pánico. Vamos al médico y después vemos como seguimos”.

Hace un tiempo, charlando con mi amigo Gastón sobre los enormes beneficios que te da Google para acceder a cualquier cosa, él jodía con la frase que resumía todas estas bondades: “A mí no me cagan, Internet son los padres”. Es cierto, no puede haber algo tan mágico y que te facilite tanto las cosas. Pero los padres, gracias a Dios, son otra cosa.

Fuente: Hago lo que puedo

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